Jaime Bustos recuerda su infancia como normal: disfrutaba con sus amigos jugando a la pelota como cualquier otro niño de su edad. Sin embargo, el panorama comenzó a dificultarse cuando cumplió 7 años.

“Tengo una enfermedad neurológica atrófica de Leber que afecta a la visión, audición y al equilibrio. Es de nacimiento y de a poco fue apareciendo. A los 7 años comenzó a afectarme con una disminución de visión”, comenta a Página 7.

Pero no fue la única complicación que le generó esta condición. “A los 11 años empecé a desminuir la audición y a tener una pérdida de equilibrio. Y a los 24 comencé a usar silla de ruedas, porque mi equilibrio ya no era estable para caminar solo“, cuenta el oriundo de Santiago, que actualmente vive en Chillán junto a sus padres.

Bustos recuerda que cuando empezó a ver mermada su salud sintió “dolor y pena. Yo pensaba que iba a quedar ciego“, expresa. Asimismo, esto se complementaba con la discriminación que sufrió en la escuela, en la comuna de San Miguel.

jaime bustos y familia
Cedida a Página 7

Los profesores me trataban muy mal y mis compañeros se burlaban de mi enfermedad. Mis padres y yo hablamos varias veces con ellos para que me entendieran y me aceptaran, pero no hubo caso. Así que no aguanté más de tan malos tratos y decidí retirarme de ese colegio”, relata.

Afortunadamente su siguiente experiencia escolar, en un establecimiento de Estación Central, fue mucho mejor: “Tuve la oportunidad de conocer a un curso de maravillosos compañeros. Me ayudaron mucho y nunca se burlaron de mi enfermedad“, dice.

Problemas de salud

Con el paso del tiempo, Jaime cuenta que sufrió otros percances de salud, como en 2003, cuando lo operaron de una obstrucción al estómago, o en 2014, cuando sufrió de una severa neumonía, en la cual estuvo 13 días en estado grave en el hospital.

“Dormí tres días sin despertar. Recuerdo que cuando desperté tenía un tubo en la boca, me dolía mucho la espalda, y un kinesiólogo me apretaba la garganta para hacerme toser y me hacía mucho masaje en el pecho”, aunque finalmente salvó. “Tengo más vidas que un gato”, complementa entre risas.

 

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La última intervención a la que se sometió fue hace un año y medio, cuando los médicos decidieron amputarle el dedo de uno de sus pies, producto de una infección que no sanaba y la cual se prolongó por cerca de tres años.

“Me estaba causando muchos problemas, aún sigo en tratamiento de recuperación. Ojalá que esto sea lo último malo que me pase“, comenta con esperanza.

Perros Bravos

“Sebastián, Daniel y Gonzalo son tres jóvenes amigos que se apodan como Dóberman, Pitbull y Quilterrier, andan paseando en Viña del Mar en temporada de verano. Al conocer a tres hermosas chicas, comienzan a hacer lo posible por enamorarlas pero ellas son difíciles de enamorar”.

Así resume Bustos su primera novela, titulada Perros Bravos, faceta de escritor que nació luego que su enfermedad le impidiera convertirse en actor y director de cine, como era su sueño.

Decidí escribir un guion con una historia juvenil, entretenida, aventurera, que se pudiera hacer (una película) de bajo presupuesto”, narra, agregando que luego optó por “transformar la historia del guion en una novela, debido a que me di cuenta de que era mucho mejor para mí dedicarme a la literatura”.

perros bravos novela jaime bustos
Cedida a Página 7

Jaime cuenta que Perros Bravos decidió autopublicarla, ya que las editoriales le cobran por hacerlo y no cuenta con los medios. Por lo mismo es que la vende a través de medios digitales.

La primera forma de obtenerlo es mediante la librería virtual de Lulu.com, en donde tiene un valor de 5 dólares (3.900 pesos chilenos) o también directamente con él, a través de sus redes sociales.

“Me hacen una transferencia bancaria en mi cuenta RUT y les envío mi libro por email, así me puedo quedar con el 100% de la venta. Yo lo vendo en solo $3000. Les doy mis datos por mensaje interno en mis redes. Que la gente no desconfíe, no los voy a estafar por 3 luquitas“, dice con humor.

Además, Bustos, quien es fanático de Mario Vargas Llosa, Megan Maxwell y Jhon Grreen, revela que ya se encuentra trabajando en “una nueva novela y un libro de cuentos”.

Por último, el escritor envía un alentador mensaje a quienes atraviesan por una situación como la suya. “Muchas personas discapacitadas creen que por tener discapacidad no pueden hacer nada y no es así. Si esos discapacitados tienen capacidades suficientes para desarrollar una labor, que la aprovechen y la hagan. Ahora con toda la tecnología uno puede estudiar y trabajar desde sus casas, como yo me he dedicado a la literatura. Para salir adelante solo hay que luchar”, sentencia.

 

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