Uno de los crímenes más enigmáticos de la historia policial chilena, es sin duda el caso del “Descuartizado de Quilicura”.

Todo ocurrió la mañana del 18 de marzo de 1973, cuando el cartonero Dagoberto Riveros caminaba por el sector del río Mapocho y encontró un curioso paquete entre algunos cartones.

En un principio identificó el contenido como un pernil de cerdo, por lo que se lo llevó a su casa para que su esposa lo fileteara y lo hiciera en sándwiches para él y sus amigos.

Sin embargo, al ver la gran cantidad de pelos que presentaba la carne, una vecina convenció a la mujer de que juntas acudieran a Carabineros para denunciar el hecho. Fue allí cuando confirmaron que se trataba de una extremidad humana.

Captura Poder Judicial
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Ese mismo día por la tarde, cerca del cementerio de la comuna de Quilicura, Carabineros encontró un torso humano de sexo masculino, al que le había sido cercenada la cabeza, ambos brazos y las extremidades a la altura de los muslos, según consigna una publicación en la revista de la Policía de Investigaciones de Chile de 2009.

Rápidamente la PDI relacionó los hechos y la prensa de la época pasó a denominar el caso como “El descuartizado de Quilicura”. De igual forma, se generó una psicosis colectiva por la posibilidad de que las carnicerías estuvieran vendiendo carne humana.

Captura Poder Judicial
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Pocos días después, el 27 de febrero, fue descubierto en su departamento el cadáver de María Fernández, una española de 47 años.

De acuerdo a los antecedentes del caso, la mujer había sido asesinada por golpes de martillo y lanzada semidesnuda a una tina con agua. El estado de descomposición en el que se encontraba el cadáver, arrojaba un data de muerte entre el 16 y el 17 de febrero, misma fecha que la del “descuartizado”.

Fue recién en ese momento cuando las piezas comenzaron a calzar, tras descubrir que el esposo de la víctima, el español Mariano Salazar de 48 años, estaba desaparecido.

Captura Poder Judicial
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Asimismo, en el armario del inmueble se halló ropa que coincidía con la del hombre descuartizado.

En ese entonces la policía barajaba varias hipótesis, entre ellas que una mafia de vendedores de dólares a quienes Salazar debía dinero, estaban involucrados en el doble homicidio.

Si bien más tarde se encontraría el supuesto cráneo del sujeto, el caso daría un vuelco tras revelarse los resultados de la autopsia. El torso tenía las mismas características físicas de Salazar, excepto por un importante detalle: le faltaba la cicatriz de una operación por una hernia inguinal a la que se había sometido.

De ese modo, se determinó que el supuesto “descuartizado de Quilicura” no correspondía a Mariano.

A eso se sumó que uno de los amigos del español le reveló a la policía que Mariano planeaba abandonar el país y que al momento de su muerte ya había vendido la mayor parte de sus bienes.

En este contexto, una de las hipótesis que se barajó en la investigación, apuntaba a que el sujeto trató de encubrir su fuga, por lo que ubicó a un hombre con sus características, lo hizo beber hasta que quedó inconsciente, y luego lo asesinó y desmembró. Posteriormente habría matado a su esposa, para abandonar Chile con un pasaporte falso.

Por lo anterior, la policía emitió una orden de captura internacional, pero con el tiempo la justicia resolvió declarar la presunta muerte del español en 1988, detalla un reportaje del Poder Judicial.

Tres décadas después…

La investigación nunca logró dar con los homicidas de la pareja, ni mucho menos confirmar si los restos que actualmente descansan en el Mausoleo de Socorros Mutuos de la Colonia España, corresponden a Salazar, ya que las manos no fueron halladas.

Cabe señalar que en 2009, los familiares del hombre pretendieron exhumar el cuerpo, con el fin de investigarlo utilizando nueva tecnología criminalística y forense, según informó el diario La Cuarta en ese entonces.

Sin embargo, dicha diligencia nunca se concretó, convirtiéndose este en uno de los casos no resueltos de la justicia chilena, considerado por muchos como “el crimen perfecto”.