Si bien para algunas personas manejar un vehículo es una instancia de relajación o libertad, para otros puede significar una pesadilla.

En estos casos los expertos en psicología lo definen como amaxofobia o el miedo irracional a tomar el volante.

“Este trastorno se manifiesta en las personas en forma de mucha ansiedad y angustia y lleva, en muchos casos, al individuo a ser totalmente incapaz de conducir a causa de miedos intensos, irracionales, persistentes y muy diversos“, precisa Anna Agustí, Psicóloga General Sanitaria especializada en Psicoterapia Breve Estratégica, al diario electrónico La Vanguardia.

De igual forma, otros especialistas clasifican sus causas en dos grupos: uno impulsado por la inseguridad o ansiedad que padece la persona, y otro por haber sufrido algún accidente de tránsito.

“También puede ser consecuencia de una personalidad insegura o perfeccionista, de haber padecido un descenso de las facultades psicofísicas, codependencia a otras personas, predisposición a tener ansiedad, rumiaciones y pensamientos de tipo negativo o catastrofista…”, detalla Agustí.

Con respecto a los principales efectos de esta fobia, la psicóloga detalla que suelen presentarse sudores, mareos, vértigos, molestias estomacales, opresión en el pecho, taquicardias, ganas de llorar o gritar, tensión muscular y pánico.

Los anterior viene acompañado de pensamientos negativos, de preocupación, inseguridad, miedo y anticipación de peligros. Considerando esos factores la capacidad de concentración y de toma de decisiones del conductor se ven reducidas.

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Asimismo, los expertos señalan que la brecha de género de la amaxofobia se puede deber a que los trastornos de ansiedad y la inseguridad son más comunes en mujeres.

“El miedo a conducir puede ser genérico (es decir, la persona tiene miedo a conducir en cualquier circunstancia), o algo más focalizado (conducir con lluvia, estar en un atasco, etc)”, señala la psicóloga María Hurtado al diario electrónico Huffington Post.

¿Tiene tratamiento?

Al igual que la mayoría de las fobias, esta puede tratarse y una de las principales terapias consiste en “enfrentarse al miedo”.

Cabe señalar que las personas que empiezan a evitar conducir o piden que alguien los acompañe, tienen más riesgo de empeorar y cronificar el trastorno.

“El tratamiento que ha demostrado mayor efectividad es el llamado ‘cognitivo-conductual’. Lo primero es que la persona tome conciencia del problema, entienda lo que le ocurre para que empiece a tener control sobre la situación”, detalla Hurtado.

Posteriormente se realizan técnicas de exposición a la conducción, donde la persona de manera progresiva se va enfrentando a aquellas situaciones que le generan miedo al estar al volante.

De esa forma los episodios van incrementando en una escala del 1 al 10 en relación al miedo que le provocan.

“Estas técnicas de exposición se pueden hacer primero en imaginación, visualizando las situaciones para abordarlas de manera real, aunque también existe la posibilidad de poder hacerlo de manera virtual en centros especializados para ello”, apuntó la especialista finalmente.