A más de un año de la crisis sanitaria mundial, lo cierto es que la pandemia se resiste a terminar. Las autoridades insisten en las medidas de cuidado, como lavado de manos, distanciamiento social y el uso permanente de mascarilla, pero hoy en día las vacunas parecen ser la mejor herramienta.

Si bien no eliminan por completo los contagios, sí evitan las posibilidades de que el paciente resulte hospitalizado o muerto producto del COVID-19. Y aunque acudir dos veces a colocarse una inyección parece sencillo, hay quienes continúan cuestionando este proceso.

Ya sea por desconfianza, ignorancia o derechamente por creer en la teoría de la conspiración, lo cierto es que los llamados ‘antivacunas’ son quienes ponen más en riesgo a quienes les rodean y al propio sistema de salud.

Según mencionó el ministro Paris en un reciente balance del Ministerio de Salud, hay un importante número de pacientes UCI, superior al 80%, que no han cumplido con las dos dosis correspondientes de la vacuna. Estas cifras son las que hablan de la importancia de la inoculación.

Vacuna
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Crisis sanitaria y de confianza

La Tercera conversó con Pedro Maldonado, neurocientifico e investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica BNI, de la Facultad de Medicina Universidad de Chile. Según él, no hay una manera infalible para convencer a las personas.

Es difícil que una persona confiada de su sistema inmunológico cambie de parecer y crea que la vacuna podría ayudarla a protegerse contra el virus. Por lo mismo, el especialista apunta a la importancia de la confianza, tanto en la información como en las sugerencias de la autoridad.

“Parece que tenemos una crisis de confianza que se ha acentuado por mensajes poco coherentes. Si un día dicen una cosa, y al otro otra, el resultado es ‘no que sé a quién creerle’. Bajo ese estado, es muy difícil adherir a pautas de comportamiento“, explicó Maldonado.

Las dudas respecto a las vacunas pueden incluso involucrar las emociones, por lo que se requieren estrategias variadas.

Hay mucha información disponible y diversas maneras de acceder a ella. Aquello facilita que se agrupen aquellos que tienen el mismo punto de vista, eliminando la posibilidad de contrastar opiniones. Así, una persona con cierta influencia o credibilidad publicará en redes y lo verán personas con cercanía ideológica, reforzando un modelo mental respecto a las vacunas.

Antivacunas

Kolina Koltai, investigadora del Centro para un Público Informado de la Universidad de Washington, ha estudiado desde 2015 el movimiento contra la vacunación en Facebook.

Por lo mismo, señaló que la crisis sanitaria de hoy en día generó una “tormenta perfecta” para que se masifique la información errónea que entregan estos grupos.

“Van desde padres altamente educados que están interesados en la crianza integral y naturalista de los niños, hasta teóricos de la conspiración que quieren abolir las vacunas por completo“, advirtió la especialista, añadiendo que ni siquiera tiene que ver con el nivel educacional, sino con los círculos en los que se mueven esas personas para compartir esas ideas.

teoría conspirativa vacunas
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Zignal Labs, una empresa de análisis de medios, señala que la información errónea más mencionada es que el coronavirus fue algo planeado, y que las vacunas se usan para rastrear y controlar a la población. 

Sin embargo, al recibir evidencia, estos individuos no cambiarán de idea. El neurocientífico Pedro Maldonado explicó que cuando hay un modelo mental de cómo funciona el mundo, el cerebro se cierra a lo que viene de afuera.

En ese caso, es necesario que la persona considere la idea de no vacunarse como algo malo. No sirve apelar a la vergüenza o el ridículo.

Ensayos apresurados. Efectos secundarios. Instalación de microchips… Son varias las ideas que se repiten entre los ‘antivacunas’, pero Maldonado aseguró que el proceso de creación de estas inyecciones no se saltó ningún paso. “Los recursos fueron infinitamente más potentes que para otras vacunas. Basta con mirar los números: si fuera una mala vacuna y experimental, los resultados no serían como los que se indican“, dijo.

Coherencia en el debate

Maldonado también apunta al foco de la comunicación y el debate. Hay que establecer la evidencia científica a favor de las vacunas, y no darles la misma tribuna a quienes piensan que sí o que no, pues así se plantea que ambas posturas son válidas.

“Nuestro cerebro actúa y se mueve motivado por recompensas: comer, dormir, descansar, y acá aparece que el pase de movilidad es un enorme motivador, que pareciera desafortunadamente no muy apropiado en este momento porque la vacuna no detiene los contagios, evita los casos graves y la gente se contagia y transmite igual“, explicó el neurocientífico.

Y es que si bien las recompensas funcionan, también debería hacerlo la información adecuada.

Las personas son libres de decidir, pero se las puede motivar al ser consistentes y claros. Cuando dicen que la Mesa Social no tiene integrantes ni actas, es un golpe muy fuerte para la confianza, más cuando las autoridades tienen a su disposición suficiente ayuda científica. Eso solo aumenta la desconfianza”, concluyó Maldonado.