El nombre de Paul Richard Alexander es reconocido en el mundo de la medicina por ser de las pocas personas que vive actualmente con un pulmón de acero.

¿Y qué es un ‘pulmón de acero’? Es un habitáculo hecho de este material, que sirve como ventilador y en donde queda encerrado el cuerpo de la persona. Como el paciente no puede respirar por sí mismo, esta máquina logra simular el movimiento de los pulmones, para que entre oxígeno y así pueda básicamente seguir viviendo.

Paul, que padece poliomielitis, ha vivido en esta máquina por más de 70 años y de manera increíble, ha logrado salir adelante en sus insólitas condiciones.

La historia parte en 1952, cuando Paul con seis años fue diagnosticado con poliomielitis. Esta es una enfermedad que provoca lesiones en los nervios del cuerpo, lo que genera parálisis.

En el caso de este hombre, perdió el control de sus músculos y su diafragma se destruyó, así que la única solución en este entonces era conectarlo a un pulmón de acero para que pudiera seguir con vida.

De hecho, siendo niño estuvo a punto de morir. Fue gracias a una traqueotomía de emergencia que pudo salvarse. Como quedó postrado, Alexander tuvo que mantenerse acostado en este largo cilindro metálico.

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Solo su cabeza quedó fuera, y desde ahí tuvo que hacer su vida. Paul empezó a crecer, pero siempre manteniéndose en su cápsula.

Eso no le impidió sacar sus estudios secundarios, empezar la universidad y graduarse de abogado en la Universidad de Texas. Todo desde su pieza. Incluso le facilitaron los recursos necesarios para llegar a abrir un bufete de abogados.

Por si fuera poco imparte clases, y sus alumnos van hasta su casa en Austin, Estados Unidos.

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“A veces me siento solo, deprimido o infeliz, a veces me siento así, como todo en el mundo. Pero esta máquina me ayuda a superarlo”, dijo Paul, en conversación con el portal Dallas News.

Una vida en una máquina

Si bien estos son sus logros, ¿cómo se puede vivir encerrado en una máquina? Gracias a una cuidadora, Paul puede comer, lavarse la cara, cepillarse los dientes y hasta afeitarse.

También tiene un vaso con una bombilla para poder hidratarse. Todo esto puede hacerlo ya que se le permite descansar del ‘pulmón de acero’ algunas horas al día.

Con el paso de los años, la tecnología ha mejorado su vida. Tiene su computadora y teléfonos que puede controlar con su voz y ojos.

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Pero pese a todo, Paul pudo salir adelante. Él dice que tuvo fe, pero por muchos momentos tuvo crisis: “¿Por qué Dios permitió que esto me pasara a mí? Me enojaría tanto con él. No aceptaré ni por un momento que Paul Alexander no sea lo suficientemente bueno como para estar delante de Dios y preguntar: ‘¿Por qué? ¿Por qué hiciste esto?'”.

Sin embargo, sus padres, que fallecieron hace tiempo, fueron claves en su proceso que hoy lo tiene vivo con 75 años: “Eran almas extraordinarias. Mágicas. Simplemente me amaban. Siempre dijeron: ‘Puedes hacer cualquier cosa’. Y yo lo creí”.