Una historia literalmente de película, así se puede describir la vida del Dr. Alfredo Quiñones-Hinojosa, jefe de Neurocirugía de la Clínica de Mayo en Jacksonville, Florida, Estados Unidos.

No todo fue fácil para el protagonista de este relato, pues su ingreso al gigante norteamericano tuvo de dulce y agrás, ya que en sus inicios empezó recogiendo tomates en los campos de California.

La esforzada vida de Alfredo conmovió nada menos que a Brad Pitt, quien junto a su productora Plan B llevará su historia a la pantalla grande.

Para comprender más sobre la fama lograda por el Dr. Alfredo Quiñones-Hinojosa, es importante conocer sus orígenes.

Nacido en México, tuvo una compleja infancia, siendo la muerte de su hermana por deshidratación, un hecho que lo marcó completamente. Con la esperanza de cambiar su destino, ya a los 14 años estudiaba para ser profesor, sin embargo poco a poco se preparó para saltar el muro y así entrar a Estados Unidos.

“No era como el muro de Alemania, no tenía ladrillos. Yo miraba hacia el horizonte y me imaginaba qué vida le esperaba del otro lado a gente como nosotros: gente pobre, gente humilde. Porque no solo era una barrera física, era una barrera simbólica. Esa barrera nunca se me ha olvidado, son las barreras que también tengo hoy en mi trabajo como neurocirujano”, detalló a Infobae.

Su primer intento ocurrió a los 19 años, cuando se despidió de su familia para aventurarse en la frontera. Trepó el alambrado para pasar a Calexico, Estados Unidos, pero fue rápidamente capturado.

Luego de estar solo un día detenido, regresó a su país de origen. El fracaso no lo detuvo, pues prosiguió analizando la patrulla de inmigración, cronometrando el tiempo entre ronda, volviendo a escalar el muro, lográndolo con éxito en esta oportunidad.

Ya en Estados Unidos, indocumentado, sin dinero y con un nulo conocimiento del inglés, Alfredo comenzó a trabajar en el campo sacando la maleza de las plantaciones de algodón y recolectando tomates por 3,5 dólares la hora (unos 2.500 pesos chilenos), informa el citado medio.

Con el pasar del tiempo, el mexicano comenzó a limpiar tanques de tren con aceite de pescado, lo cual afirmó “tenía un olor increíble a azufre”, recordándole al mismo infierno.

El conocimiento y su salida de la pobreza

Mientras continuaba con sus trabajos como soldador y mayordomo en una empresa de ferrocarriles, empezó a estudiar inglés de noche en una escuela comunitaria.

Una década después de pasar furtivamente el muro, se convirtió en ciudadano legal gracias a la política inmigratoria.

Con becas, trabajo en dos laboratorios, dictando clases y préstamos del Gobierno (los cuales recién terminó de pagar en 2010), Alfredo pudo ingresar a la Universidad de Berkeley, iniciando su relación con la medicina.

Posteriormente ingresó a Harvard donde se recibió con honores, luego estudió neurocirugía en San Francisco y finalmente llegó a la prestigiosa Universidad John Hopkins.

En esta última institución se convirtió en profesor de Neurocirugía y Oncología, Neurología y director del Laboratorio de Células Madre tumorales cerebrales.

Su vida llega a Hollywood

Esta historia será plasmada en pantalla grande de la mano del escritor y guionista Matthew López, autor de la obra de teatro The Whipping Man.

Bajo el nombre de Dr. Q, el proyecto contará la historia de esfuerzo de Quiñones-Hinojosa, quien ya había sido tentado con el cine. Aunque siempre su respuesta fue negativa porque estaba harto de que las películas mostraran a los mexicanos como “narcos, delincuentes”. Pero todo cambió luego de que la productora de Brad Pitt lo contactara.

Aunque este no es el primer acercamiento con las cámaras, pues Alfredo fue protagonistas de uno de los capítulos de la serie de Netflix Ases del bisturí (The surgeon’s cut). En dicho episodio intenta retirar un tumor del cerebro de un paciente que se encontraba despierto.

Cabe señalar que Quiñones-Hinojosa ha escrito ocho libros de neurocirugía y otros seis están por salir. Publicó 450 artículos y 100 capítulos de libros.

Además, dirige varias investigaciones y una ONG llamada Mision: BRAIN, para pacientes de todo el mundo que no pueden costear procedimientos neuroquirúrgicos avanzados.

“Mira, yo de niño creía mucho en superhéroes y ahora creo que mi superpoder no es lo que hago con mis manos, no es lo que hago con el cerebro, sino lo que hago con mi corazón para conectarme con los pacientes cuando los toco, cuando les digo ‘yo estoy ahí contigo, te voy a cuidar como si fueras mi hermano, mi hermana, mi esposa, mi hijo, mi hija’”, comentó al citado medio.

Finalmente, “una de las mentes más brillantes de México en el mundo” según Forbes, relató que “creo que al final del día no importan los premios, los libros, los logros: al final del día no hay nada más poderoso que darle al paciente esperanza”.