Las migrañas crónicas afectan a más de 4 millones de adultos en todo el mundo y Karen Porter era una de aquellos. Pero su dolor e incomodidad eran tan grandes, que vivió 18 meses en su casa en completa oscuridad.

Finalmente esta mujer de 57 años decidió ir hasta el neurólogo, para ver qué ocurría con su salud. Quien la atendió fue Manjit Matharu, especialista del Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía de Londres, quien notó algo extraño en sus ojos: sus pupilas parecían saltar de forma incontrolable.

Por esta razón es que fue derivada a otro médico, Diego Kaski, quien se especializa en trastornos del movimiento ocular. Allí hizo un descubrimiento que lo dejó perplejo. Porter había desarrollado una afección que era frecuente en el siglo pasado: nistagmo de los mineros.

Sin embargo, llegar al diagnóstico no fue algo sencillo para los profesionales, quienes antes descartaron múltiples teorías, por lo que incluso tuvieron que retroceder un poco en el tiempo. “Encontré el nistagmo de los mineros en un libro de texto muy antiguo”, dijo Kaski al medio Stats News.

El citado medio complementa, explicando que a fines del siglo XIX, los mineros de carbón británicos desarrollaban nistagmo, después de trabajar bajo tierra durante varios años. La afección ocular, junto con una serie de otros síntomas, como dolores de cabeza y dificultad para respirar, se conoció como nistagmo de los mineros.

Hoy Kaski cree que esta enfermedad fue una consecuencia directa de la falta de luz extrema y la falta de visión, algo que experimentó Porter al dejar su hogar a oscuras. Cabe señalar que cuando el médico la conoció en la clínica, llevaba tres vendas en los ojos y un sombrero para bloquear la luz.

ojos vendados
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Dado que los ojos no tienen puntos en los que enfocarse, como lo harían en condiciones de iluminación normal, vibran sin parar, buscando algo que señalar sin éxito, explica el neuro oftalmólogo, Joseph Rizzo. “Si pierdes esas coordenadas, los ojos se pierden”, señaló al citado medio.

Tratamiento

Después de continuar con las pruebas, Kaski le recetó un nuevo medicamento que la ayudó a controlar sus dolores. En cuanto a la iluminación, Porter instaló en su casa interruptores tipo atenuador, en donde cada semana su marido aumentaba un poco la luz, para que volviera a acostumbrarse.

13 semanas después de iniciar el tratamiento, la inglesa pudo manejar una habitación con luz natural durante 12 horas al día y notó que los síntomas de vibración comenzaron a disminuir, aunque aún está lejos de tolerar la luz como una persona normal.

Por ejemplo, las ventanas de su casa todavía están oscurecidas, al igual que la parte trasera de su automóvil.

Sin embargo, Tony, el esposo de Karen, se mostró optimista en superar esta situación: “Seguimos trabajando para su recuperación”, cerró.