Durante los últimos años se ha popularizado el uso de ruidos blancos, aquellos que ayudan a que tanto niños como adultos puedan conciliar el sueño de manera efectiva.

Lo anterior, ya que corresponde a un sonido continuo, monótono, sin cambios, que siempre mantiene la misma frecuencia, según explicó a la revista Hola! el especialista de la Sociedad Española del Sueño, Víctor Soto.

No obstante, así como existen este tipo de sonidos también están los ruidos negros, los que corresponden a aquellos con frecuencias acústicas menores a 20 Hz y que se sienten como ligeras vibraciones, chasquidos o zumbidos.

Generalmente, este tipo de sonidos se puede apreciar en electrodomésticos que siguen en funcionamiento por las noches, tales como: refrigeradores, equipos de ventilación, computadores, entre otros.

De hecho, la exposición constante a este tipo de ruidos puede afectar la salud, según informó un estudio publicado en la revista International Journal of Occupational safety and Ergonomics, un artículo titulado Efectos de los infrasonidos sobre la salud: Propuestas para mejorar las condiciones de habitabilidad.

“El principal problema de la exposición a estas ondas es que, mientras el sonido audible por encima de 80-90 dB nos comienza a resultar molesto y por encima de 120 dB nos produce dolor, en el caso de las ondas infrasónicas se pueden estar recibiendo grandes cantidades de energía, sin oírlas. No se percibe una relación directa entre los efectos nocivos que se pueden estar sintiendo de manera no localizada en el organismo con una sensación concreta de estar recibiendo por ejemplo un golpe, una sensación térmica o un sonido audible”, explican David Baeza y Roberto Alonso González-Lezcano, autores del artículo.

Es que son varios los efectos adversos a los que se arriesga el ser humano, puesto que su emisión de frecuencia infrasónica se relacionaría con la funcionalidad de los órganos internos del ser humano.

ruidos negros por electrodomésticos
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Esto, ya que según explican los expertos “el infrasonido evoca una resonancia biológica de nuestros órganos internos (pulmones, corazón…), y en mayor medida del sistema nervioso central (SNC), lo que conduce a un movimiento y distorsión de las células”.

“Estar expuestos a altas intensidades de ondas infrasónicas puede causar: desorientación, fatiga, ansiedad, pánico, ilusiones ópticas, alteraciones cardiacas, espasmos intestinales, náuseas, vómitos y, finalmente, pérdida de conocimiento”, detallan.

¿Cómo prevenirlo?

De acuerdo a lo precisado por Baeza y González-Lezcano, la idea es que al momento de diseñar las viviendas los arquitectos tengan en consideración la distribución de los dormitorios y la instalación de los electrodomésticos.

“En nuestra opinión, las habitaciones habrían de disponerse lo más alejado posible de donde presumiblemente van a ser colocados dichos equipos por ser emisores de infrasonidos y bajas frecuencias de sonido audible”, recomendaron.