Este miércoles científicos en Estados Unidos publicaron un estudio que abarcó más de 5.000 secuencias genéticas del coronavirus, las que dieron cuenta de una mutación que cambia la estructura de la proteína spike en la superficie del virus -la que permite que ingrese al organismo- y que puede contribuir a una “propagación descomunal” de esa cepa, la que también se ha relacionado con una mayor transmisión e infectividad.

El origen de esta mutación parece estar en China y los científicos han indicado que podría darle una ventaja biológica en la forma en que se propaga el Sars-Cov-2.

La mutación se denomina D614G y, según el Washington Post, representó el 99,9% de los casos durante la segunda ola en el área de Houston, Texas, Estados Unidos.

El patólogo y experto en medicina genómica del Hospital Metodista de Houston y autor del estudio, James Musser, comentó que estos resultados no indican necesariamente que el virus se haya vuelto más letal o hayan cambiado los resultados clínicos, sino que determinan que, a medida que se ha movido a través de la población, se ha vuelto más transmisible y, por ende, puede representar problemas para su control.

Las personas afectadas por esta cepa, presentaron mayor carga del virus en la parte superior de las vías respiratorias, lo que puede considerarse un factor potencial para que la cepa se propague de forma más efectiva.

Cabe señalar que antes de este trabajo, una investigación publicada en Nature, estudió más de 1.225 genomas de Sars-Cov-2, desde diciembre de 2019 hasta mediados de marzo de este año, e identificó la mutación D614G, calificándola como una variante predominante y que se ha extendido por todo Europa y el mundo.

Esta mutación que, según el estudio, se habría originado entre mediados y finales de enero, también está presente en Chile. El Instituto de Salud Pública (ISP), elaboró un trabajo en que se ve cómo se han distribuido geográficamente las variantes genéticas y linajes del Sars-Cov-2 en nuestro país.

En conversación con La Tercera, Alfredo Sagredo, investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, señaló que “el estudio en Chile, que secuenció el virus en el país, detectó lo mismo, que es la mutación más frecuente, al igual que en Europa y Estados unidos. Y todas esa mutaciones se estudian porque una de ellas pueda cambiar o afectar la transmisión, y hacerlo, por ejemplo, puede que sea más invisible al sistema inmune y que sea más difícil hacer una vacuna”.

Sagredo también indicó que si bien todos los grupos mutan, algunos lo hacen más que otros, como los virus VIH, de influenza y el coronavirus. Por lo mismo, en el caso de la influenza, todos los años se debe hacer una nueva vacuna para responder a esas mutaciones.

El coronavirus, eso sí, es distinto porque si bien es un virus RNA, no muta tan rápido, “porque en su estructura tiene una capacidad de corregir esas mutaciones, es decir, van a ocurrir igual, pero con una frecuencia más lenta”.

Para la tranquilidad de las personas, el investigador aseguró que esa mutación no implica que puedan traspasar la barrera de la mascarillas. “Esa mutación no le permite al virus escapar a las leyes físicas, el jabón va a seguir derrotando la capa de grasa y las mascarillas serán una barrera”, dijo.