Socorristas australianos se vieron obligados el jueves a practicar la eutanasia a algunas ballenas que sobrevivieron tras quedar varadas en una bahía de Tasmania, donde ya murieron 380 animales.

La carrera contrarreloj que empezó desde que se descubrieron los animales hace cuatro días, cuando encallaron en los bancos de arena de una bahía en la costa oeste de la isla de Tasmania, permitió salvar a 88 animales.

Sin embargo, el número de víctimas podría ser aún peor ya que las posibilidades de supervivencia disminuyen con cada hora que pasa.

“Todavía tenemos algunos animales que siguen vivos y que creemos que están en condiciones de ser desplazados”, dijo Nic Deka, director de Parques Naturales de Tasmania.

También explicó que los socorristas, cuya tarea es “físicamente exigente”, continuarán sus operaciones de rescate hasta el anochecer y el viernes.

“Es probable que continuemos con nuestros esfuerzos para rescatarlos mañana (…) nos hemos centrado en aquellos que parecen ser los más viables y con los que tenemos más posibilidades de éxito”, dijo.

Unas 60 personas, entre expertos en protección del medio ambiente y empleados de granjas acuícolas cercanas, pasaron horas en las heladas aguas de Macquarie Harbour, en medio de los gritos de los cetáceos moribundos.

“La gente está en el agua hasta la cintura o el pecho”, dijo. “Hay animales nadando alrededor, emitiendo sonidos. Vemos las relaciones que tienen entre ellos y con los que forman una pareja”.

Las ballenas piloto, que pueden medir hasta seis metros de largo y pesar una tonelada, son muy sociables.

Algunas de ellas resistieron a los medios desplegados para salvarlas e intentaron volver con su familia tras ser liberadas, lo que hizo que encallaran por segunda vez.

El nivel de angustia de algunas ballenas piloto es tal que las autoridades ya advirtieron que estaban considerando sacrificarlas para reducirles el sufrimiento.

“Estamos estudiando la posibilidad de eutanasiar a unos cuantos animales que hemos intentado liberar sin éxito”, afirmó Kris Carlyon, biólogo marino del departamento de Medio Ambiente de Tasmania.

“Es únicamente por razones de bienestar animal”, precisó. “Siempre es algo en lo que pensamos y solo usamos en caso de necesidad”.

Evacuar los cadáveres

Los socorristas se centraban el jueves en entre 20 y 25 cetáceos, parcialmente sumergidos, utilizando barcos con cables conectados para escoltarlos mar adentro.

Los encargados de las operaciones también están reflexionando sobre la manera de evacuar los cadáveres de los casi 400 mamíferos muertos.

“Estamos empezando a elaborar un plan, nuestra prioridad es echarlas al mar. Preguntamos a expertos en qué lugar exacto hay que dejarlas”, dijo Deka.

Una vez abandonadas, las ballenas piloto “se hincharán y flotarán”, lo que puede representar un peligro para la navegación, contaminar la bahía y atraer tiburones y otros depredadores.

“La descomposición de tantos animales podría afectar a los niveles de oxígeno en partes de la bahía y perturbar la vida marina en ese lugar”, explica Deka.

Se desconoce el motivo por el que los cetáceos a veces encallan en masa. Los científicos llevan décadas estudiando este fenómeno.

Algunos investigadores sugieren que estos cetáceos pueden haberse desviado de su ruta, atraídos por comida cerca de la orilla, o pueden haber seguido a uno o dos de ellos que se extraviaron.

Para Carlyon, es algo “natural”, ya que los varamientos de la especie se han producido regularmente a lo largo de la historia, tanto en el sur de Australia como en Nueva Zelanda.

“Intervenimos en este tipo de situaciones pero no podemos hacer gran cosa para impedir que se repita”, subraya.