¿Alguna vez te has aguantado las ganas de decir una grosería cuando te golpeas por accidente? Según la ciencia, no debes reprimirte.

En uno de sus artículos publicados en la revista Frontiers, el profesor de Psicología de la Universidad de Keele, Richard Stephens, evidencia que repetir una grosería beneficia la tolerancia al dolor.

El experto y su equipo reunieron a 92 participantes y les pidieron que metieran la mano en una bañera con agua helada. De este modo, debían reaccionar expresando cuatro groserías: fuck (“mier**”), “fouch”, “twizpipe” (locuciones inventadas) y una cuarta palabra neutral.

Nos duele menos

Tras analizar los cambios en los ritmos cardíacos y actividad cerebral de los participantes, el experto comprobó que al decir “fuck”, aumentaba el umbral del dolor y también su tolerancia.

Es así como las groserías parecen desencadenar la respuesta natural al estrés y aliviar el dolor, añade el experto en entrevista con el diario electrónico El País.

“Además del aumento de la adrenalina y el bombeo cardíaco, esto conduce a la analgesia inducida por el estrés, haciéndonos más tolerantes al dolor”, complementa Stephens.

Finalmente, Stephens apunta a que esto explicaría por qué cuando nos golpeamos por accidente, de forma automática exclamamos una grosería. Aunque no seas consciente, “soltarla” ayuda a que nos duela menos.