Elizabeth Ogaz tiene 56 años y no lo está pasando nada de bien en el contexto de la pandemia. La mujer que se hizo conocida el año pasado por una entrevista en Bienvenidos donde dijo “vístima”, vive un crudo presente.

Tras volverse viral por pronunciar mal dicha palabra, Elizabeth se molestó, acusó bullying, discriminación e incluso aseguró que cayó en depresión.

En una nueva entrevista televisiva, además, transparentó la difícil situación que estaba viviendo con su familia. De hecho, en esa ocasión el Ministerio de Bienes Nacionales le cedió una vivienda que hoy en día tampoco puede pagar.

Ogaz vive actualmente en La Calera, y tras superar el mal rato decidió aprovechar esta ‘fama’ y sacar provecho, tanto así que incluso fue rostro de una fonda en su comuna, por la que ganó dinero que, según ella, más tarde le robaron.

En conversación con La Cuarta, Elizabeth confesó que ella es una víctima como tantas otras de esta crisis sanitaria que se instaló en el país producto del coronavirus. “Soy diabética, hipertensa y tengo hipotiroidismo. No puedo salir a vender parches curita ni mis productos de goma eva a la calle“, partió diciendo.

Económicamente estoy mal. Fui a inscribirme en abril para una caja de mercadería y todavía la Municipalidad no me la viene a dejar. Tampoco me dan los bonos del Gobierno, porque tengo mucho puntaje en la ficha de protección social“, reclamó.

La mujer vive con su esposo, que trabaja barriendo, y su hija que cuida a una persona de la tercera edad. Su marido estuvo tres meses sin trabajar y eso ha complicado aun más la situación. “Bienes Nacionales me dio una casa, pero no me alcanza para pagar los 110 mil mensuales. Estoy al tres y al cuatro. Más encima, tengo que comprar un remedio para la diabetes que me cuesta 50 lucas“, detalló.

Frente a este último punto, contó que solo se cuida con los remedios que le dan en el consultorio, porque el otro que le cuesta dinero no ha podido comprarlo ni en mayo ni este mes.

Respecto a la prevención del virus, indicó que se lava las manos cada 45 minutos y cada vez que cocina, toma algo o sale de la casa.

A su marido solo lo saluda con el codo y pese a que duermen juntos, indicó que están “de lejitos”. Por eso les envió un recado a todos los que salen constantemente de su casa.

Salgan a hacer lo preciso, lo justo y necesario. Ir a comprar, nada más. Deben cuidarse porque esta enfermedad no es jugarreta. Me da rabia cuando veo gente que hace fiesta y se reúne. ¡Cómo no se cuidan!“, expresó.

Por último, comentó que ya no le molesta que le digan “la vístima” y que solo se lo toma con humor. “Ya no me molesta nada. Me da lo mismo. Hay que dar vuelta la página y seguir adelante. Ahora hay problemas más grandes“, finalizó.