¿Sabías que la práctica de pasar una cantidad excesiva de tiempo revisando malas noticias en una pantalla de cualquier equipo tecnológico tiene nombre? Así es, se llama doomscrolling, palabra en inglés que significa “perdición en el surfeo/desplazamiento”.

Si bien el término ha circulado desde el 2018, en el último tiempo, debido a que estamos más en casa, el doomscrolling se ha masificado.

¿A qué se debe esto? Según The Wall Street Jounal, tiene que ver con “nuestros instintos primitivos”.

Por eso es que parecemos predispuesto a prestarle más atención a las cosas negativas que a las positivas (…) lo que hacemos es escanear en busca de peligro“, señaló la académica de psicología de la Universidad de Texas, Mary MacNaughton-Cassill.

Las “malas noticias” nos ponen en un estado de alerta y la gran cantidad de información -de todo tipo- de las redes sociales, hace que queramos seguir “bajando” o “desplazándonos” hasta llegar al final de las pantallas del celular.

Existe esta sensación de que tenemos que estar mirando todo el tiempo con el fin de proteger a nuestras familias“, dice MacNaughton-Cassill.

Las redes sociales están diseñadas para no dejarlas

Las aplicaciones están diseñadas específicamente para no dejarlas. Es que mientras más tiempo en línea esté una persona, más oportunidades habrán de que se muestren publicidades para generar ingresos.

“Estos algoritmos están diseñados para recoger y amplificar cualquier tipo de emociones que nos mantengan observando, especialmente las negativas. Y eso puede tener un impacto realmente negativo en la salud mental de las personas”, señaló David Jay, de la organización sin fines de lucro Tecnología Humana.

Incluso mientras más usamos las plataformas y sus motores de búsqueda, podrán “predecir” qué nos gusta y cautiva. “No todos se dan cuenta que así es que como se empaqueta la información para ellos (las redes sociales)”, indicó el profesor de sociología de la Universidad de California, Coye Chesire.

El otro mecanismo para mantenernos pendientes de la información en redes sociales es el desplazamiento infinito, que se da en aplicaciones como Twitter y Facebook. El “no tener fin” hace que las personas se queden con la sensación de que se están perdiendo algo, entonces volvemos a actualizar hasta encontrar algo nuevo.

En términos psicológicos, eso deja a la gente sintiendo que nunca logran ponerse al día con toda la información. Nunca alcanzan la satisfacción de poder decir ‘Ah, ahora entiendo el problema“, explicó Chesire.

Además, la veracidad de la información pocas veces se revisa, apareciendo los llamados “fake news” (noticias falsas), como las fraudulentas teorías conspirativas sobre el origen del COVID-19.