Fue este martes que se mostró en el Mucho Gusto el caso de Norma Gómez, una señora de 90 años que se dirigió hasta el Intermodal de La Cisterna, para poder acercarse a una caja de compensación y así cobrar el bono COVID-19, que creía que recibiría.

Sin embargo, tras horas de espera, le informaron que no estaba en la lista de beneficiarios para este nuevo beneficio del Gobierno. Luego de recibir esta noticia, consultó por si podía adelantar el pago de pensión, que era de 160 mil pesos.

Tampoco pudo hacer esto, por lo que tendría que esperar hasta el 12 de mayo para recibir el pago. Lo peor, es que tampoco tenía dinero para volver a su casa, por lo que se encontraba en una compleja situación. Fue en este contexto, que ocurrió un verdadero milagro.

Un hombre, el cual no pudo ser identificado, se acercó a Norma para entregarle $100 mil de su jubilación. Posteriormente, un joven apareció para entregarle otra donación. Esto emocionó mucho a Norma, ya que nunca esperó que algo así sucediera.

“No salgo de mi asombro, es algo que nunca me imaginé. Estoy contenta, feliz, agradecida de todos los que se han portado bien con nosotras. ¡Si no teníamos plata para venirnos y mire ahora! Esto fue obra de Dios que no me abandonó en ningún momento”, explicó la abuelita en conversación con el diario La Cuarta.

‘Yolita’ confesó que fue una desilusión muy grande no recibir el bono, ya que gran parte de su pensión se va en el pago de cuentas. Sumado a esto, detalló que no recibe ayudas del Estado, por lo que debe ingeniárselas cada mes para comprar alimentos y remedios.

“Lamentablemente, los políticos no nos ven, hay tantos ancianos que viven solos, que no tienen quien los ayude, es lamentable que ofrezcan el bono y la mayoría no lo reciba”, lanzó Norma.

Pero junto con estas ayudas, ‘Yolita’ decidió en multiplicar lo recibido para colaborar con sus vecinos: “Yo vivo el día a día con mi hija, me ayudan mis vecinas, gracias a Dios tengo mi casita. Con este dinero compraremos mercadería y también ayudaremos a unos vecinos abuelitos que no tienen familia y lo están pasando mal”.

Tras vivir esta verdadera cadena de favores, esta mujer asume que deberá seguir tomando resguardo por el coronavirus: “Ya estoy un poco aburrida de la cuarentena, me dan ganas de salir. A mis 90 años aún estoy activa, echo de menos ir a la iglesia, adorar a mi Dios, salir a la calle a dar una vueltecita, pero mientras tanto no queda otra”.