Gran impacto ha generado a nivel mundial, el caso de Tank Hafertepen, un australiano de 28 años que murió en 2018 tras inyectarse silicona industrial en el escroto.

El caso salió a la luz luego que su madre, Linda Chapman, presentara una denuncia en contra de los 5 novios de su hijo, quienes le habrían “pedido” que se inyectara esta sustancia.

Según detalló el sitio inglés Daily Mail, el hombre mantenía una relación de poliamor con otros sujetos, la cual fue descrita por Chapman como una “secta”. Esto debido a que era liderada por un hombre que se hacía llamar “el maestro”, y controlaba a sus “cachorros”, quienes debían cumplir sus órdenes.

En este contexto, el medio reveló que existía un contrato entre los participantes, el cual especificaba que “la mente de un cachorro era propiedad exclusiva de su amo en todo momento“. Asimismo, “el maestro” decía que su cuerpo era “propiedad exclusiva” de su compañero.

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Fue bajo este mandato, cuando Tank Hafertepen comenzó a inyectarse silicona para aumentar el tamaño de sus genitales. Sin embargo, no era la primera vez que lo hacía.

Según la investigación realizada por la policía, y basándose en el contenido compartido por el grupo en redes sociales, se reveló que Hafertepen comenzó a realizar esta práctica en 2014, bajo las órdenes del líder del grupo, Dylan Hafertepen.

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Recientemente su familia realizó una denuncia penal en Washington, en contra de Hafertepen y los otros cinco participantes de la “secta”, por provocar la muerte de su hijo.

Cabe señalar que el líder habría obligado al fallecido a dejarle una herencia de 200 mil dólares (más de 143 millones pesos chilenos).