Grace Smolinski era una niña de tres años como cualquier otra. La pequeña andaba todo el día cantando y jugando por su casa, cuando de un momento a otro comenzó a sufrir convulsiones.

La más larga de ellas duró siete minutos y cuando volvió en sí no podía ni hablar ni caminar. Obviamente sus padres la llevaron de inmediato de urgencia al hospital. Allí permaneció internada y conforme avanzaban los minutos, su estado empeoraba y ni siquiera podía pronunciar algunas palabras comunes y corrientes.

Su madre, Erin Smolinski, relató al diario británico Mirror, que la condición de Grace empeoró tanto que llegó a creer que en su habitación había alguien más. “Tuve mucho miedo. Me preguntaba qué era lo que veía, pero las enfermeras me explicaron que estaba alucinando“, relató la mujer que reside en Lemont, Illinois.

Finalmente, tras varios exámenes los médicos encontrar la causa de estos síntomas: encefalitis autoinmune. Esta condición le provocó un paro cardiorrespiratorio y, al ser trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos, sufrió otra convulsión severa. “Simplemente me quebré mientras veía que 20 personas trabajaban sobre ella. Nunca olvidaré que tuvieron que entubarla entera para ayudarla”, señaló Erin.

Cabe señalar que de acuerdo a la Revista Médica de Chile, “la encefalitis corresponde a una inflamación del tejido cerebral asociada a disfunción neurológica”. Ocurre cuando el sistema inmune ataca por error a las células saludables del cerebro.

Entre los trastornos que provoca este cuadro, podemos identificar desórdenes neurológicos y psiquiátricos (problemas de memoria y cognición, convulsiones, alucinaciones, problemas de equilibrio, afasia y ataques de pánico).

Si bien es una enfermedad muy extraña y poco frecuente, sí tiene tratamiento. Uno de ellos son las terapias inmunosupresoras o la extirpación de un tumor si es que se asocia a un cáncer. Claro que lo esencial es un diagnóstico temprano para reducir las posibilidades de complicaciones a largo plazo.

En cuanto a las causas, se debe principalmente a factores inmunológicos como anticuerpos o bien inmunidad celular contra antígenos presentes en el parénquima cerebral.

Tras permanecer dos semanas hospitalizadas, Grace pudo volver a su casa, junto a sus papás y hermanos, gracias a un régimen inmunosupresor, que incluyó seis meses de quimioterapia, rehabilitación, esteroides y medicación para detener las convulsiones.

Pasó de no poder caminar a correr y andar en su scooter en 15 días”, afirmó Erin.

En la actualidad sus posibilidades de recaer se encuentran dentro del 20%, por lo que continúa con visitas periódicos al médico. Asimismo, la pequeña volvió a aprender a caminar y hablar, con la ayuda de sus hermanos de 4 y 1 año. “Se convirtieron en compañeros constantes que empujaron a Grace a superar sus límites todos los días. Esa fue la mejor terapia que alguien puede tener”, finalizó la mujer.