Hoy en día es difícil encontrar personas que no posean redes sociales, siendo las más populares Facebook, Instagram y Twitter.

Muchas veces, precisamente el uso de estos medios puede generar conflictos en las parejas. Además, en caso de que estas terminen su relación, incluso pueden seguir en contacto a través de las mismas.

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Es justamente el seguir siendo ‘amigos’ en las redes sociales lo que puede generar que sea aún más difícil olvidar a esa persona con la que ya no hay un romance, generando una especie de ‘sicopateo’, que consiste en revisar periódicamente su perfil.

Según explica la sicóloga y coordinadora clínica docente del Servicio de Sicología Integral de la Universidad del Desarrollo sede Concepción, Claudia Contreras Muñoz, a partir de lo que expone la Real Academia Española (RAE), la sicopatía consiste en una “anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece”, por lo tanto, no se trataría de una conducta normal.

A esto, agrega que “las redes sociales permiten mantener el anonimato mientras participamos de la intimidad de otro. Si a esto agregamos que ese otro tuvo, recientemente, una relación afectiva intensa que se encuentra temporal o definitivamente interrumpida, obtenemos como resultado mal interpretaciones de escritos, fotografías o registros de estados. Y que como parte de una comunicación sana debemos chequear. Pero esto no es posible ya que el otro se encuentra en una condición de lejanía nuestra”.

Incluso, señala que “en casos más extremos esto puede pasar de solo una revisión breve de las publicaciones del otro a hasta la obsesión por ese otro, que se puede expresar además en una conducta activa de persecución, hostigamiento y celos enfermizos. El obtener un pedacito de lo que tenía antes a través del ‘sicopateo’, puede producir adicción ya que el cerebro genera dopamina que es la hormona de la felicidad y que probablemente determine que la conducta no se extinga“.

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La experta también explicó que considerar esta conducta como normal, depende varios factores, como por ejemplo: cuánto tiempo estuvieron juntos, expectativas puestas en la relación o si existen hijos, entre otros.

Podríamos pensar que tres meses es un periodo razonable para aceptar la separación, pese a que la persona no desaparece y continúa su vida sin mí. En la medida que más lejos me mantengo de intentar tener información sobre mi ex, el proceso podrá desarrollarse de mejor manera y lograré reencontrarme con mí misma y armar nuevas redes y, eventualmente, otra pareja. Si sobrepasa los seis meses es recomendable buscar apoyo sicológico. Es esperable que luego de la pérdida transitemos por periodos descritos en el duelo, que luego de un periodo difícil de desesperanza y ansiedad logremos la aceptación y finalmente la superación. Este periodo dependerá de las características de personalidad y contexto de quien viva la pérdida”.

Contreras incluso fue más drástica y aseguró que dicho comportamiento “no es parte de ningún proceso sano y, a mi juicio, entorpece la superación de la pérdida en periodos esperables. Es importante dejar partir y el sicopatear no contribuye a eso, solo aumenta el dolor por no aceptar que el objeto de amor ya no existe para nosotros. El enamorarse es un proceso paulatino de apego y la ruptura es un proceso de desapego. Y el estar conectado a la vida de otro que no quiere estar conectado con uno, solo entorpece este proceso”.

Sobre cómo influyen las redes sociales en la actualidad, Claudia indicó que “las redes sociales llegaron para quedarse y han significado una revolución en la manera de relacionarnos con otro y requiere de mucha autorregulación. A mi juicio, solo entorpece el proceso de separación, como lo mencioné antes. Sigo siendo un ‘partícipe fantasma’ de su intimidad, no reconocido, ni querido. Recomiendo tomarse un tiempo para mantenerse alejado de cualquier medio o personas que me entreguen información nueva de mi ex, hasta que me sienta en condiciones de poder seguir con mi vida”.

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En tanto, la Directora de la Facultad de Sicología de la misma casa de estudios, sede Santiago, Marcela Aravena, enfatizó en que “una relación amorosa implica intimidad, confianza, compartir experiencias y momentos significativos, por tanto, el término de una relación puede ser muy duro y, en ocasiones, no estar exento de complejidad. El estar pendiente de la otra persona en las redes sociales una vez que la relación ha terminado puede ser, desde una curiosidad natural, hasta una conducta adictiva que produce un malestar significativo en la persona y que puede perjudicar su desenvolvimiento en la vida diaria.

Además, indicó que “no se puede hablar de ‘normal o anormal’ por un criterio cuantitativo, más bien se debería conocer el porqué del seguimiento en las redes sociales, su frecuencia en el día, si la persona tiene un malestar al realizarlo o percibe emociones intensas que perjudican que realice otras actividades, entre otros”.

“Las redes sociales como Facebook o Instagram para seguir a la persona que ya no está puede escenificar distintas etapas del duelo, o demostrar la existencia de un duelo más complejo”, finalizó.