Una suerte de “revolución sexual” se ha vivido en las últimas décadas en nuestro país, donde hombres y mujeres tienen claro lo que quieren en la cama, además de expresarlo abiertamente con sus pares.

Es en este contexto cuando aparecen sustancias que intensifican las sensaciones, llegando muchas veces a un placer inigualable. Estimulantes que desplazaron el uso de alcohol e incluso de la marihuana.

El popper, conocida popularmente como la droga del amor se ha masificado por ser un estimulante que potencia la lujuria llegando a un desenfreno entre quienes la utilizan, consignó BioBioChile.

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Esta droga está compuesta de tres tipos de nitrito (amilo, butilo e isobutilo) que al ser aspirados aumentan el placer sexual.

“Al tratarse de una sustancia volátil, su efecto consiste en relajar la musculatura plana del organismo actuando como un potente vasodilatador. El esfínter del ano y la vagina representan un musculo liso, por lo que el consumo de este narcótico facilita al 100% la penetración, produciendo así mayor goce sexual”, afirmó la psicóloga especialista en rehabilitación y consumo de drogas y docente de la Universidad San Sebastián, Patricia Toledo.

Su consumo y efectos

En un comienzo, el alucinante fue vinculado a comunidades homosexuales en los años 70′, pero actualmente su consumo llegó a todos los géneros y clases sociales.

A pesar de su breve efecto, que alcanza los dos minutos de duración, el popper sigue aumentando su popularidad entre personas que afirman ser adictas al sexo.

Según una publicación del portal Salud 180, esta droga puede causar efectos nocivos al cuerpo, como alteraciones de la visión, así también daños neurológicos.

“Asimismo, su constante inhalación ocasiona una pérdida del conocimiento; confusión mental, convulsiones, vértigo, dolor de cabeza, sudoración, náuseas, vómitos y enrojecimiento del rostro. Si se traga o aspira accidentalmente el líquido, se pueden ocasionar graves daños e incluso la muerte”, manifestó la especialista.

Algunos estudios han demostrado que su uso produce una reducción del funcionamiento del sistema inmune que dura varios días desde su uso, lo que haría más fácil contagiarse de alguna enfermedad de transmisión sexual. Asimismo se considera un riesgo extra para quienes sufren de enfermedades cardíacas, problemas sanguíneos, embarazos, anemia o tienen un sistema inmune deprimido.

Adicción

Lo primero que hay que aclarar es que el consumo de esta sustancia y su dependencia puede ser de carácter físico y/o psicológico. En este último punto quienes no puedan “darse un toque” de popper antes del acto vivirán una sensación de vacío al pensar que tendrán una relación sexual insatisfactoria.

Esto se genera por la tolerancia que produce este narcótico por su uso habitual. Lo que crea la necesidad en el organismo de aumentar la dosis para llegar a los mismos efectos.

Por lo tanto, quienes sufren de la adicción a este placentero inhalante recibirán tratamientos enfocados en una psicoterapia para retomar el sentido de la relación de pareja, y así poder disfrutar de acto sexual sin acceder al uso de drogas.