Álvaro López conversó con Angélica Castro, en su programa de Revista Velvet, sobre la cuarentena, la relación con su hija Julieta, fruto de su matrimonio con Millaray Viera, y de los días que pasó en casa del rostro de Chilevisión en medio de la pandemia.

La pequeña tiene un talento innato para el canto, debido a los dotes artísticos de sus padres, pero él aseguró que ha intentando no inculcarle nada en particular.

“Trato de no empujarla, de no decirle ‘escucha esto que me gusta a mí’. Trato de que el ambiente en donde ella vive sea musical. A la Millaray le gusta el piano, canta, toca la guitarra, ella siempre vivió en un ambiente muy musical”, comenzó expresando el cantante.

Según contó, Millaray “tenía la idea, a los cinco años, de meterla a un conservatorio de piano y yo le decía ‘no, que sea un juego para ellos’. Ir un poco cercando el camino, pero tampoco diciéndole ‘esto es lo que tienes que escuchar’, y que sea un juego todo el rato”.

A su juicio, “los niños tienen que leer porque es entretenido, no porque en el colegio te hicieron leer tal libro. Lo mismo la música, tiene que salir de un descubrimiento de los cabros chicos”.

“Para la Julieta siempre fue un juego (…). Es súper afinadita, desde chiquitita cantaba muy profesional canciones de Los Prisioneros. Y le empezó a gustar Los Prisioneros porque estaba la serie de Los Prisioneros en la tele y no porque a mí me gustaran”, añadió.

Álvaro también contó que Julieta, “sin que nadie le pidiera, empezó a hacer canciones, a tocar el piano sin que nadie le dijera. Aprendió este año a hacer canciones en portugués”.

Julieta, hija de Álvaro López
Álvaro López | Instagram

Cuarentena en casa de Millaray

Varios seguidores de Álvaro y Millaray han destacado lo bien que se llevan, pese a que su relación terminó hace bastantes años.

Esa buena relación le permitió a López, en junio pasado, quedarse unos días en casa de Millaray para estar más cerca de Julieta.

Al respecto, el cantante bromeó diciendo que Viera le permitió quedarse “a cambio de que yo le barriera toda la casa. Le hice aseo todas esas semanas, me tenía de nana mal. Barría, lavaba, hacía todo, pero yo feliz”.

Y siguió: “Limpiaba, hacía el aseo, plumero. Claro, me ponía la pañoleta en la cabeza, mi delantalcito y empezaba a barrer. Y lo bacán es que la Milla tiene un piano ahí. Entonces es llegar y sentarse al piano todos los días”.

Ese instrumento también lo disfrutaron juntos, pues según contó (y mostraron en redes) “aprovechamos de pegarnos unos pimpinelazos al piano bastante entretenidos”.

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