Sabemos que son depredadores voraces y que nadan en las profundidades del océano en busca de peces de todas las formas y colores. Pero los tiburones a veces se confunden y terminan mordiendo a una nueva presa: cables de fibra óptica. Porque sí, gran parte de las redes de telecomunicación atraviesan el mar abierto.

George Burgess, quien es director del Programa de Investigación de Ataques de Tiburones en Florida, Estados Unidos, afirma que no hay ninguna base de datos que reúna el número total de mordiscos, ni los daños causados, porque se trata de información secreta.

“Los propietarios de los equipos que sufren algún daño, no quieren que se sepa dónde está el problema. Cuando a nosotros nos piden que determinemos qué pudo dañar un cable que nos traen ni siquiera nos dicen el lugar en el que estaba”, explicó a BBC Mundo.

El problema es tal, que compañías como Google se han visto obligadas a utilizar un material similar al kevlar, empleado en chalecos antibalas y neumáticos, para proteger sus instalaciones marinas.

Dan Belcher, el representante de esta empresa, escribió en la cuenta oficial de Twitter el resumen de la situación: “Tiburones. Lo vimos venir. El siguiente paso será proteger la Internet de los sharknados”, dijo haciendo alusión a la película hollywoodense.

Willy Volk (cc) | Flickr
Willy Volk (cc) | Flickr

En 1987, el diario estadounidense The New York Times ya había reportado acerca del gusto de los tiburones por los cables. “Los ataques han causado retrasos en el proceso de instalación. El costo de reparación de un mordisco en la estructura, que tiene el grosor de una manguera de jardín, puede superar los 250 mil dólares” (alrededor de 147 millones de pesos chilenos).

Lo peor de todo, es que aunque  pierdan dientes en el proceso de masticarlos no les importa mucho, ya que vuelven a crecer en dos o tres semanas.

Mientras sigan existiendo las conexiones marinas, los tiburones seguirán lanzándose a ellas, como sosteniendo un extraño amorío. ¿Pero por qué ocurre esto? Simple: Porque estos cables de fibra óptica producen señales electromagnéticas similares a las que emiten los peces.