El príncipe Harry de Inglaterra y la estadounidense Meghan Markle se casaron este sábado en Windsor, en una iglesia de San Jorge llena de celebridades y con miles y miles de personas esperándolos en las calles.

Tras toda la polémica suscitada por la ausencia de su padre Thomas Markle, Meghan recorrió prácticamente sola todo el camino hasta el altar y se tomó del brazo de su suegro, el príncipe Charles, casi al final.

Y uno de los detalles más esperados del evento era el look de la pareja, específicamente el de la novia, como ya se ha hecho costumbre en las anteriores bodas reales del Reino Unido.

Meghan lució un vestido blanco diseñado por la británica Clare Waight Keller para Givenchy, con velo, escote de barco y el pelo recogido con una tiara.

Este look es muy diferente al de las anteriores novias y sorprendió a varios especialistas de moda, quienes apostaban por un formato de “fantasía”. Sin embargo, la recién casada siguió fiel a su estilo y lució cortes simples y siluetas ajustadas.

En cuanto a Harry, al igual que su hermano mayor, vistió uniforme de gala militar y llegó a pie a la iglesia acompañado de su hermano William, su padrino de boda.

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El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia anglicana, tomó los votos matrimoniales a los novios, que tuvieron las manos enlazadas durante gran parte de la ceremonia.

Esta tuvo toques del mestizaje que encarna la pareja, como el sentido sermón del obispo estadounidense Michael Curry, o la versión de la canción Stand By Me que hizo un coro de gospel.

Finalmente, a eso de los 13:00 horas de Inglaterra, recorrieron en carroza descubierta la ciudad de Windsor, donde los esperaban miles y miles de personas que vieron la ceremonia en pantallas gigantes.