Reconocido por sus destacadas particiones en diversos programas de las décadas de los 80 y 90, tales como Sábado Gigante, Viva el lunes y Venga Conmigo, el bailarín Ángel Torrez sigue vigente con el paso de los años.

Tal como muchos artistas, la pandemia también golpeó al coreógrafo, quien se tuvo que reinventar de la mano de la tecnología. “Ha sido lo peor que nos podría haber pasado a nosotros que trabajamos con público. Hemos perdido todo, yo parado he intentado hacer cosas en forma virtual”, comenzó relatando.

Ahora estoy con mi academia de forma online. Lo que hice fue grabar distintas clases en una plataforma que tiene servicios de toda área, tales como baile en pareja o para niños, kinesiología, yoga, acondicionamiento físico, entre otros”, indicó en conversación con Página 7.

Además, agregó que “la gente paga una membresía donde puedes acceder a todas las clases que quieras, entonces tú tienes un menú en donde eliges qué tomar, y lo organizas a gusto”.

Sin embargo, gracias a la disminución de las restricciones de parte de las autoridades sanitarias, el profesor de danza mencionó que “ahora empecé con las clases presenciales. Yo estoy con mi escuela, sacándola adelante”.

Con respecto a volver a pantalla, Ángel confesó que “tengo ganas de volver a la televisión, pero con algo que pueda aportar más allá de ir a bailar, con un espacio donde esté incluido el deporte y la salud”.

“La televisión no me ha cambiado”

Aprovechando la instancia, el destacado artista recordó sus inicios en el baile, el cual lo llevó a ser parte de icónicos programas.

“Cuando llegué a Chile había muy pocas personas de color, y que bailaban también, y el público me ha tomado un cariño increíble, y he sabido corresponderlo”, comentó.

En esa misma línea, Torrez complementó que “donde quiera que voy, la gente me dice que me estima mucho. He ido de Arica a Punta Arenas haciendo espectáculos, eventos y fiestas, y son muy cariñosos. Yo me sorprendo cada día, donde quiera que voy se acuerdan de mí muchísimo. Algunos por ahí me dicen que aprendieron a bailar conmigo”.

“Cada programa de televisión me ha aportado, como Sábado Gigante y Venga Conmigo.  De alguna forma, yo creo que la gente me recuerda tal cual como soy. La televisión no me ha cambiado”, aseveró.

Sobre sus inicios, agregó que “yo en Bolivia conocí a una bailarina con su marido, y me vieron en un café concert, y me dijo que ‘tú bailas súper bien, si te vas a Chile lo primero que lograrás es llegar a la televisión, te lo doy firmado’, fue hace 35 años atrás”.

“Yo creo que lo que a mí me llevó a la televisión es primero que la danza clásica era bien valorada, yo estuve en el Ballet Nacional Chileno, pero siempre a mí me gustó la onda moderna y alegre”, afirmó.

“Marcó mi vida”

Gracias a su talento, logró ser parte estable de Sábado Gigante, el cual es recordado con cariño por Ángel. “Era parte de la cultura chilena, todo el mundo estaba conectado, te entretenía, ayudaba, era un tremendo programa”, reflexionó.

“Sobre los bailes raros, me acuerdo siempre de ese segmento. La gracia de ese concurso era que levantaran a la pareja y no sabían cómo, era muy divertido”, aseguró.

En tanto, en referencia a Venga Conmigo, otro espacio en donde destacó, Torrez señaló que “marcó mi vida, y en donde más la gente me reconoce. Yo llegué gracias a Eduardo Domínguez, un tremendo director que falleció, él fue quien me invitó junto con el Pollo Fuentes, quien también me conocía de Éxito”.

“Pude aportar muchas cosas, me daban la oportunidad de que diera mi opinión de lo que quería mostrar, me dejaron crear”, dijo.

Además, recordó un incidente en la época del ‘Maracanazo’ (1989). “La gente pensaba que al ser de color yo era brasileño, entonces cuando pasó lo del Cóndor Rojas, yo me subía al Metro y la gente al lado decía con rabia ‘este brasileño de mierda’, y yo por dentro pensaba ‘si supieran que no soy brasileño‘ (nació en Bolivia y actualmente tiene la nacionalidad chilena)”, aclaró.

Finalmente, Ángel Torrez concluyó que “yo creo que sí rompí esquemas. Siento que marqué una época. La gente se empezó a dar cuenta que bailar no era algo malo, todo lo contrario”.