En mayo de 2019, Chilevisión arrancó con la primera temporada de Yo Soy. En ese ciclo inicial, el programa contó con un jurado compuesto por Myriam Hernández, Cristián Riquelme y René Naranjo, pero para las siguientes temporadas cambió a este último por Antonio Vodanovic.

Los imitadores han ido pasando, pero quien permanece desde el día uno en el estelar es Ivana Vargas, la coreógrafa a cargo de cada baile que acompaña las presentaciones.

Me siento súper orgullosa de pertenecer hoy en día al programa más visto de la televisión. Un programa 100% artístico que cuenta con un equipo al que admiro muchísimo, desde los camarógrafos a iluminación; siento que todos están poniendo todo de su arte para que esto funcione, y eso es muy bonito”, comentó a Página 7.

En esa línea, destaca el hecho de que el programa haya salido adelante a pesar de la pandemia, y agradece la sintonía que lo ha acompañado en cada temporada.

“Ha sido un desafío ser versátil. Trabajar en televisión significa manejar muchos estilos, desde un tango hasta un reguetón, desde interpretar la tristeza a la felicidad, o la sensualidad de George Michael, por ejemplo”, explicó.

“Siempre te pillas con sorpresas, de que el cantante tenga una propuesta escénica, u otros que están abiertos a mi creación”, añadió.

 

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La televisión y el equipo

El equipo actual que acompaña a Ivana Vargas en Yo Soy All Stars está conformado por 8 bailarines y un asistente de coreografía. “Busqué gente que fuera versátil y muy rápida. Hacemos mínimo 30 coreografías semanales, así que necesito personas con memoria de oro, y que tengan autenticidad como intérpretes”, comentó.

Y sabe lo que dice, pues su experiencia en televisión abarca 14 años y varios programas, como Rojo, Talento Chileno, Pequeños Gigantes, Fiebre de Baile, Yingo, Vértigo y las últimas versiones del Festival de Viña a cargo de Chilevisión.

“Ha sido entretenido trabajar con diferentes directores, distintas manos desde lo que te piden, la interpretación. Sin duda lo más entretenido es trabajar con coreógrafos extranjeros, bailar con Maluma, con Fonsi… Eso es lo rico de la televisión, siempre es diferente”, reflexionó la bailarina.

Para ella, entrar al medio fue una primera parte, pero mantenerse es lo más importante. “Mi clave ha sido la versatilidad, poder renovarme cuando van pasando los estilos. Cuando estuvo de moda el caño, entrenar caño. Cuando empezó la ola de lo urbano, estar vigente en lo urbano. Y no dejar de audicionar. Es lo importante del medio televisivo: estar vigente, ir a las audiciones”, recalcó.

“Empecé a bailar a los 6 y a trabajar a los 16. Ya tenía 10 años de clases de distintas escuelas, distintos maestros. Simplemente entré a la televisión para probarme que se puede vivir del arte y la danza. Y la danza me dio casa, viajes… económicamente es una carrera diferente, pero súper linda”, agregó también.

Pasado y futuro

El éxito que tiene hoy en día no detiene a Ivana, quien todavía tiene un gran objetivo por cumplir en cuanto a la danza: coreografiar el festival de Viña del Mar.

“Esa es mi meta como coreógrafa, y más adelante hacer ayuda social con proyectos Fondart. Cuando uno tiene un don, tiene que compartirlo, y hacer ayuda social estaría muy entretenido como meta profesional”, reveló.

Sin embargo, no para todo el mundo fue tan evidente esta idea de compartir su talento en el baile, ya que en su etapa escolar, cuando quiso entrar a competir a Rojo, la directora del liceo Carmela Carvajal de Prat no le permitió compatibilizar ambas cosas.

“Me echaron en cuarto medio. La primera semana me preguntaron si quería ser puntaje nacional o ser artista”, recordó Vargas, quien obviamente optó por su verdadera pasión.

“Me dolió el ego, pero hoy le podría decir a la directora que no me equivoqué. Tomé la decisión correcta. Ser un puntaje nacional no excluye el área artística. Hay artistas que tienen otras carreras”, aseguró.

Coreógrafa Yo Soy
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La bailarina y coreógrafa cree que es un error creer que por dedicarse al arte una persona no tendrá conocimiento en otras áreas.

Además, lamenta haber tenido que egresar de un colegio distinto, sin las compañeras que estuvieron con ella en el aula durante toda la enseñanza media, pero al menos ahí encontró la posibilidad de compatibilizar el trabajo con el final de sus estudios formales.

“Me hubiese gustado que fuera diferente, pero esa experiencia me dio las armas para tomar la responsabilidad que implica el profesionalismo de mi carrera. Es una disciplina que requiere muchas horas de trabajo”, concluyó.