Blanca Lewin registra una extensa carrera en teleseries nacionales, destacando papeles en icónicas producciones como La Fiera, Lola, Pacto de Sangre y actualmente es parte del elenco de La Torre de Mabel, que se encuentra paralizada producto de la pandemia.

Pero hubo otra emblemática teleserie de los 90, donde Lewin cumplió un destacado papel: Romané. No obstante, dicho rol le trajo más de una complicación a la intérprete, quien se refirió a ello en conversación con el podcast Impacto en Rostro de Spotify.

Milenka fue un personaje tremendamente difícil. Recuerdo que no lo pasé tan bien en esa teleserie por eso, yo no estaba dando en el clavo. Además, el idioma me costó un montón, mucho más que el rapanui”, comentó, refiriéndose a su participación en Iorana.

“Creo que no tenía la madurez necesaria para entender a ese personaje, no entendía cómo era posible que permitiera estar en esa situación de violencia, de celos. Estuve súper conflictuada hasta ya bien avanzada la teleserie. Fue un personaje que no recuerdo bien como lo construí”, confesó Lewin.

De todas formas, la intérprete no culpa de ello al guion ni al “dibujo” de su personaje. “No le echo la culpa a eso, para nada. Era yo y mi conflicto. Al tener un personaje al que le había ido tan bien como a la Tato (La Fiera), uno como actor dice: ‘ah, ya… soy bueno’. Al decir que eres bueno estás frito porque ahí te das cuenta lo malo que eras como actor (ríe). Lo que te funcionó una vez no necesariamente te funciona en otro personaje”, manifestó.

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Otros inconvenientes

Blanca Lewin también recordó que al momento de grabar las escenas de Romané, que se llevó a cabo en Mejillones, surgieron otros particulares inconvenientes.

Venía gente de todos los pueblos del norte que se cruzaba delante de las cámaras, era súper difícil grabar. Los directores le gritaban a la gente para que se movieran. Recuerdo que las escenas había que repetirlas mil veces, era todo hermoso, pero súper poco eficiente”, relató.

Asimismo, los lentes de contacto que ocupó también le jugaron una mala pasada. “Estaba lleno de arcilla y se nos metía en los lentes de contacto y era muy difícil grabar así y abrir los ojos”, contó.

Por último, la reconocida actriz nacional recordó el particular olor que tenían los ropajes que utilizaban para caracterizar a los gitanos.

Recuerdo que andábamos hediondas, no había desodorante que aguantara ese olor que, además, no sabía que yo tenía (ríe). Uno se ponía esos trajes y empezaba una cosa terrible. Entonces todos esos prejuicios que uno tenia de las gitanas eran por la calidad de las telas (ríe). Era tremendo”, cerró.