Fulvio Rossi, Carola Varleta, Daniela Castro, Marco Silva, Tatiana Merino y Pablo Vargas se dieron cita este viernes en un nuevo episodio de Podemos Hablar por Chilevisión.

En la ocasión, todos los invitados abrieron su corazón para contar distintas experiencias personales, siendo el exbailarín de Rojo quien compartió duras historias de vida.

Una de sus primeras revelaciones fue la última gran pena que ha tenido que enfrentar: la muerte de Luis, su padre.

Hace menos de un mes se fue mi papá. Y es una pena que todavía no está desarollada. Fueron cuatro meses en el hospital, todos los días yendo a verlo. No ha sido una pena liberada, estoy aún en el proceso”, fue parte de lo que contó Pablo, respecto al deceso de su padre de 73 años, debido a un infarto cerebro vascular.

Y otro momento igual de fuerte, fue cuando el bailarín reveló que gracias a una regresión supo que fue abusado desde los dos años de edad, y que antes de eso no tenía idea. “La única señal que yo daba era que me hacía pipí en la cama y más encima me castigaban, pero yo de eso no tengo noción“, partió relatando.

abuso de pablo vargas en podemos hablar
Captura | CHV

Esos abusos ocurrieron cuando su madre debía dejarlo “encargado” con otras personas (vecinos cercanos) para ella salir a trabajar. Además, detalló que era una persona relacionada con la iglesia católica pues era profesor de catequesis.

Pero eso no fue todo, pues más grande, a eso de los 12 años, vivió otra experiencia de abuso cuando era alumno del Instituto Nacional. Vargas aseguró que durante un año lo siguió un tipo. “Era una persona adulta que se subía en la micro llena, se ponía atrás tuyo y te trataba de tocar y tú sin saber qué hacer. Yo miraba para todos lados por si alguien me podía ayudar. Además, no sabía qué pasaba pero sí me sentía invadido“, expresó.

Respecto a esta experiencia, Pablo señaló que pese a que ocurrió durante un año nunca lo contó, hasta que creció, se desarrolló y tuvo el valor y la fuerza para golpear al acosador.

Un año me estuvo acosando, siguiendo en las micros, y era una cuestión enfermiza. Después llegaba a la casa y no le contaba a nadie, lloraba solo. No sabía defenderme, me estaba desarrollando e incluso yo me sentía sucio, me culpaba… era súper extraño“, agregó.