Thiago Monteiro es un luchador innato. El hecho de que el conocido tenista brasileño aún no haya ganado un título profesional y que a pesar de eso sea el jugador número 82 de la ATP, habla por sí solo.

Y es que desde su infancia Monteiro ha tenido que enfrentar adversas situaciones. “Soy adoptado. Cuando nací, mi madre se estaba recuperando de un cáncer de mama, pero quería adoptar porque pensaba que yo podría ser una estrella brillante en su vida”, dijo el deportista al sitio Behind the Racquet.

Nunca quise conocer a mis padres biológicos, no lo vi necesario. Mi madre fue quien me crió y nadie puede cambiar eso”, agregó el compatriota de Gustavo Kuerten, que a punta de esfuerzo terminó por convertirse en uno de los primeros jugadores de nivel provenientes del norte de su país.

Vengo de una familia humilde. No pobre, pero tampoco rica. Crecí con mi madre, mi hermano y mis tres hermanas”, dijo Monteiro al citado portal, quien apuntó a su hermano mayor como uno de los grandes artífices de su éxito.

“Nadie en mi ciudad creía que podía llegar a la cima, pero mi hermano mayor me apoyó mucho en mi carrera. Conducía cerca de 10 horas para que pudiera jugar eventos juveniles“, destacó el brasileño.

Preocupante lesión

Pero su historia familiar no es la única dificultad que ha debido enfrentar a lo largo de su vida, ya que una lesión casi pone fin anticipadamente a su promisoria carrera.

En 2015, Thiago jugaba un challenger en Eslovaquia y cuando estaba a un punto de entrar al cuadro principal ocurrió lo peor. “Corrí por una pelota cuando escuché un crujido. El juez de silla detuvo el partido y llamó a una ambulancia. No podía moverme“, contó.

Lo primero que le dijeron era que se había roto el ligamento anterior cruzado, por lo que algunos especialistas le recomendaron operarse, aunque había un riesgo: “Existía la posibilidad de que nunca más pudiera volver a jugar”, subrayó.

No obstante, pudo recuperarse, aunque en dicho período confiesa que perdió todo su tenis, “lo único que sabía hacer”, explicó. Finalmente, pudo volver a las canchas en donde demostró una vez más esa ‘garra’ que lo caracterizó de pequeño.

“Cuando por fin volví a la cancha todo fue positivo, incluso mejoré como tenista. Al año siguiente tuve la mejor temporada de mi carrera“, manifestó Thiago, quien siempre tiene a su familia como una motivación constante.

“Es mi deber devolverle a mi familia todo lo que me dio. Seguimos sin ser ricos, todavía necesitamos dinero para pagar facturas y poner comida sobre la mesa, pero al fin tenemos buenas condiciones para vivir”, sentenció.


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