Donald Trump arremetió este miércoles contra Meghan Markle por sus recientes declaraciones sobre las elecciones estadounidenses de noviembre. Además, lo deseó muy irónicamente “buena suerte” a su esposo, el príncipe Harry.

Recordemos que el pasado martes, la exestrella de la serie Suits y actual duquesa de Sussex, llamó a sus compatriotas estadounidenses a votar durante una emisión especial en ABC.

“Cada cuatro años, se nos dice: ‘Esta es la más importante elección de nuestra vida’. Pero esta lo es”, expresó.

La reacción de Trump

Consultado por los comentarios de la actriz, el presidente de Estados Unidos dijo sin tapujo a los periodistas: “No soy un fan de ella”.

Pero no solo eso, también envió un misógino mensaje sobre Meghan al nieto de la reina Isabel II. “Voy a decir esto, algo que ella probablemente ya ha oído: le deseo mucha suerte a Harry. Porque va a necesitarla”, expresó.

Harry, que apareció junto a Meghan en la emisión televisiva, declaró: “Mientras nos acercamos a noviembre, es vital que rechacemos el discurso del odio, la desinformación y los ataques en internet”.

“Cuando votamos, nuestros valores son puestos en acción, y nuestras voces son escuchadas”, dijo Markle en el programa, que incluía a las 100 personas más influyentes de 2020 según la revista Time.

Ni Meghan, de 39, ni Harry, de 36, mencionaron directamente a Trump, pero muchos dan por hecho que cuando hablan sobre rechazar discursos de odio, se refieren a él y su administración.

En agosto, la estrella estadounidense había sido más franca y llamó a un “cambio” con ocasión de las presidenciales estadounidenses de noviembre, en las que Trump busca la reelección.

“Creo que si participan en ese acontecimiento con nosotros es porque están movilizados y motivados para ver el cambio que todos necesitamos y merecemos”, dijo Markle durante un encuentro organizado por la oenegé “When we all vote” (Cuando todos votamos), cofundada por la ex primera dama Michelle Obama, que trata de animar a los estadounidenses a acudir a las urnas.

La pareja renunció a los deberes de la familia real británica a inicios de año y recientemente se mudó a California con su hijo Archie, de un año.