Mientras más longevos nos convertimos,  más nos debería preocupar un dramático síndrome: la demencia. Si sentimos que algunos de los síntomas como la pérdida de memoria y dificultad con el pensamiento y el lenguaje, ya deberíamos comenzar a preocuparnos.

Aquellos sin embargo no son los únicos. Según la Sociedad de Alzheimer, estas incapacidades también se manifiestan con cambios en el estado de ánimo y del comportamiento de la persona. Pese a esto, hay dos nuevos y específicos síntomas que se suman a la lista.

De esta manera, según la información consignada por BioBioChile, los estudios realizados por un equipo de la Universidad de McGill, en Canadá, determinaron que uno de los primeros síntomas al comenzar la demencia dañaría las neuronas olfativas.

De esta manera se determinó que se podría identificar la demencia a temprana edad debido a la dificultad de identificar entre el olor a gasolina y el chicle, ya que los cambios en la capacidad de oler adecuadamente podrían estar relacionados de forma directa con la aparición del Alzheimer y la demencia.

Para comprobarlo utilizaron dichas sustancias -además de limón- entre 300 personas con alto riesgo de padecer la enfermedad, principalmente gracias a que sus padres tienen la condición neurológica progresiva.

Marie-Elyse Lafaille, una de las autoras del estudio, indicó que “esta es la primera vez que se ha podido demostrar claramente que la pérdida de la capacidad de identificar olores se relaciona con marcadores biológicos que indican el avance de la enfermedad”, colocando fin a 30 años de esta duda científica.

“Esto tiene sentido porque se sabe que el bulbo olfativo, involucrado con el sentido del olfato y la corteza entorrinal, involucrados con la memoria y el nombre de los olores, están entre las primeras estructuras cerebrales que son afectadas en primer lugar por la enfermedad”, agregó Lafaille.

¿Se puede prevenir esta enfermedad?

Al parecer la demencia sí se podría prevenir, o al menos retrasar, y sería la actividad física el mejor remedio para aquello.

Así lo indicó un estudio realizado por la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, en un artículo publicado por el diario The New York Times, donde se precisó que el ejercicio es muy bueno para reforzar las funciones cerebrales.

El motivo sería que la actividad física ayuda a la presión arterial y cardiovascular, lo que a su vez contribuye a prevenir y mejorar la condición de quienes tienen problemas de memoria en etapas tempranas de la enfermedad.

“El estudio examinó el deterioro cognitivo vascular, la segunda forma más frecuente de demencia en el mundo, después de la más conocida enfermedad de Alzheimer. La condición surge cuando los vasos sanguíneos se dañan y la sangre no fluye apropiadamente al cerebro. Comúnmente es asociada con la hipertensión y los padecimientos cardíacos”, recogió el diario estadounidense.