El programa Modus Operandi realizó un extenso reportaje a Cristóbal Contreras, más conocido como el “Cisarro”, joven de 23 años que comenzó a delinquir a los 9 como integrante de una banda de niños.

Fue a esa temprana edad que su nombre comenzó a aparecer en los medios de comunicación. Y es que la noche del 24 de septiembre de 2008, junto a una banda de la población (ninguno superaba los 15 años), asaltaron la casa del decano de la Universidad Adolfo Ibáñez, Leonidas Montes, y la del empresario japonés, Masataka Wakada.

Cabrera, quien fue abandonado por su padre cuando tenía menos de un año, es el noveno de diez hermanos. Por ese motivo, fue su madre quien se encargó de sacar adelante a los niños.

Sin embargo, la compleja situación que se vivía en la Villa Cousiño Macul, en Peñalolén, llevó al “Cisarro” a integrarse al escenario delictual.

“Para mí no es un delincuente, para mí no hay persona que sea delincuente, sobre todo mi hijo de nueve años. Tengo la fe que él va a cambiar”, sostuvo en ese entonces Jaqueline Morales, la madre del menor de edad.

Durante toda su vida adolescente, Cristóbal formó parte de los 14 mil niños que anualmente ingresan a alguno de los centros del Sename, destinados al cumplimiento de sanciones o penas.

Captura | Mega
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Visión de su psiquiatra

Rodrigo Paz fue el psiquiatra que lo trató en su adolescencia y comentó que “Cristóbal tiene una dualidad, por una lado está el ‘Cisarro’, que es este personaje agresivo, violentísimo, descontrolado. Y el lado sano es Cristóbal”.

El profesional apuntó a su madre. “El gran obstáculo para la rehabilitación de Cristóbal es la mamá. Porque es una mujer muy enferma, con graves problemas de salud mental”, reveló.

Paz también confesó que le da mucha frustración la situación del joven. “Cristóbal tenía las posibilidades de salir y todavía las tiene… voy a seguir diciendo que siempre va a ser posible”, indicó.

“Pero claro, para eso requiere por lo menos que tenga un psiquiatra, un sicólogo, trabajando con él hoy día”, añadió.

Actualmente el joven cumple condena de 10 años y un día de presidio efectivo por el delito de robo con violencia e intimidación. De no mediar algún beneficio, no volverá a estar en libertad hasta los 32 años.