Migrantes venezolanos que pasan a Chile por la frontera con Bolivia, a más de 3.700 metros de altura, sufren el frío y el calor extremos en su recorrido por el altiplano andino rumbo al desierto de Atacama.

Entre enero y la primera semana de febrero, una ola migratoria duplicó la población de 1.700 habitantes de la pequeña localidad aimara de Colchane, en el norte de Chile. Y los venezolanos siguen llegando en grupos reducidos, suscitando un creciente rechazo entre los locales.

“Hoy pasamos con unos cubanos y bolivianos, teníamos unos dólares para pagar el autobús, pero cuando dijimos de dónde éramos nos dijeron que no querían venezolanos”, contó a la agencia AFP Anyier Prieto, de 40 años, que salió desde Caracas el 25 de enero junto a su marido y su hija de 14 años.

Los pobladores locales, en su mayoría aimaras que se dedican al pastoreo de alpacas, afirman haber sufrido robos en sus casas cuando, hace pocas semanas, llegaban centenares de migrantes cada día.

“Por unos pocos malandros, que sabemos que los hay, pagamos todos ahora. Ya nadie nos quiere dar ni agua”, lamentó Prieto, llorando junto a su hija tras haber recorrido más de 5.000 km y cuatro países desde Venezuela.

“Créame que lo más horrible ha sido esto”, dijo Reinaldo La Torre, su pareja.

Con temperaturas bajo cero en las mañanas y en las noches, ráfagas de vientos de más de 30 km/h al atardecer, y un sol abrasador durante el día, se pueden ver inmigrantes llorando de frío, todos con los labios partidos tras caminar por una carretera con tramos a más de 4.350 metros de altura y desafiando la pandemia de COVID-19.

Algunos conductores se paran para ver si necesitan algo, pero se disculpan por no poder trasladarlos hasta Huara, un pueblo más grande situado a 170 km de Colchane, en el desierto de Atacama, y a una hora de la ciudad de Iquique, a 2.100 km al norte de Santiago.

Si una persona los auxilia y traslada, las fuerzas del orden pueden multarla, decomisar su automóvil y acusarla incluso de tráfico de migrantes, explicó un policía.

Según la información que manejan en un puesto fronterizo, unos 7.000 migrantes venezolanos entraron al país en lo que va de año, casi el doble de lo reportado por las autoridades.

Desde 2014, unos 500.000 venezolanos se han afincado en Chile escapando de la crisis política y económica en su país y se han convertido en la colonia extranjera más numerosa.

En 2018, el gobierno de Sebastián Piñera puso en vigencia una visa de responsabilidad democrática para los venezolanos que quieran establecerse legalmente, pero se han aprobado sólo cerca de un 27% de las solicitudes.

La semana pasada, y ante el incremento del flujo por la frontera norte, un centenar de migrantes, en su mayoría venezolanos, fueron expulsados del país.

Este jueves, la Justicia anuló la orden de expulsión de una cincuentena de ellos, alegando que no tuvieron un debido proceso. La mayoría de los expulsados ya se encuentra en Venezuela.