La actual pandemia del COVID-19 ha dejado en evidencia la dependencia de Chile respecto a la producción de vacunas, un panorama que, sin dudas, plantea la necesidad de volver a desarrollar las propias, tal como se hicieran hasta el año 2002.

Si bien hoy, especialistas coinciden en que para esta pandemia ya no es posible desarrollar una vacuna propia por temas de tiempo, desde la industria farmacéutica estiman que en Chile es necesario considerar la experiencia y diseñar un plan que permita producir vacunas y productos biotecnológicos para resolver de manera oportuna la aparición de nuevas enfermedades.

Esto, a pesar de opiniones detractoras, que sostienen que esto significaría una alta inversión para un país de solo 17 millones de habitantes.

Para la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (Asilfa), sería un error no desarrollar vacunas por temas de costos.

“Chile tiene investigadores de primer nivel en los centros científicos y universitarios, un eje sanitario riguroso y eficiente, además de un trabajo productivo que aporta con gran impacto a la economía local. Solo necesitamos apoyo e incentivo estatal para hacer lo que otros países ya han decidido, luego de las lecciones que ha dejado el COVID-19”, abogan desde el gremio que reúne a 12 laboratorios farmacéuticos con plantas a nivel nacional.

Dentro de las razones por las que Chile debiese ingresar al mundo de la biotecnología, en Asilfa mencionan la ventaja de contar con una Agencia nivel IV de la OPS en el Instituto de Salud Pública, algo que muy pocos países de la región tienen y que garantiza que lo producido en Chile tiene los mismos estándares de calidad como las agencias internacionales, FDA y EMA.

Mayor esperanza de vida

También, repasan el hecho de tener una industria farmacéutica con plantas que cumplen con todos los estándares de las normas GMP y profesionales altamente capacitados. De acuerdo al reciente estudio de Sofofa “Impacto de la Industria Farmacéutica en Chile: The Economic Footprint”, este sector es el segundo más productivo del país.

“Una evidencia empírica que muestra que un sector farmacéutico moderno, que promueve la innovación en nuevos medicamentos, incide positivamente en la esperanza de vida e incluso en menores costos de tratamientos médicos”, describen desde la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos.

“Hoy tenemos que volver a potenciar nuestra economía y lograr que los medicamentos puedan ser un producto exportable para contribuir al desarrollo del país. Perfectamente podríamos potenciar estos productos a través de ProChile, por ejemplo. Hoy más que nunca el Estado debe generar incentivos para que se invierta lo más pronto posible en el desarrollo de una industria estratégica, respetando de manera simultánea las reglas y tratados internacionales en la OMC y acuerdos ADPIC”, concluyen.