Una grave realidad es la que estuvo viviendo por semanas una mujer en Argentina, al permanecer cautiva desde el inicio de la cuarentena preventiva y obligatoria que determinó el gobierno de ese país a causa del coronavirus.

Según reportó el medio local TN, la mujer pidió auxilio en un billete de 10 pesos que dejó en un kiosco del barrio Las Catonas, en Moreno (Buenos Aires).

La víctima habría sido secuestrada por su pareja, un hombre de 40 años, quien al parecer la amenazó con un arma blanca para obligarla a permanecer con él en su casa.

Cerca de un mes, la mujer vivió una pesadilla que terminó el pasado 3 de abril, cuando ella, en compañía con su captor, fue a comprar a un kiosco y pagó con un billete de 10 pesos, donde había escrito el mensaje. “Necesito su ayuda se lo suplico“.

Afortunadamente, los dueños del local llamaron a la policía, quienes llegaron hasta el domicilio de la mujer y luego arrestaron al sujeto y confiscaron el cuchillo con el que habría amenazado a su pareja.

El hombre fue acusado por los delitos de privación ilegal de la libertad agravada en concurso ideal con amenazas agravadas por el uso de arma.

Los investigación, a cargo del fiscal general Lucas Oyhanarte, determinó que el detenido “aprovechándose de la relación desigual de poder en un contexto de violencia de género, la privó de su libertad durante varios días, manteniéndola encerrada y obligándola a convivir con él“.

Realidad en Chile

Lamentablemente, esta es una realidad que viven muchas mujeres alrededor del mundo, y Chile no es la excepción.

De acuerdo a datos del Ministerio de la Mujer e Identidad de Género, este último fin de semana las llamadas por violencia de género, se incrementaron en un 70% respecto al fin de semana anterior.

Entre el 20 y el 22 de marzo, se registraron 532 denuncias, mientras que siete días más tarde, los llamados llegaron a los 907, lo que claramente encendió las alarmas.

Recordemos que la ONU Mujeres ya había advertido que con las medidas de aislamiento social podría aumentar la violencia contra mujeres y niñas al interior de los hogares, puesto que han visto esta realidad en los países más afectados por el COVID-19, como China, Italia y Francia.

Entre estas denuncias se repite la frustración de los agresores por no poder ir a trabajar, ni distraerse.