El 12 de noviembre de 2015 se convirtió en un día terrible para la familia Chávez Aguirre. Fue durante esa jornada que Diego fue acusado y detenido por el crimen de un policía de la localidad de Moreno, Argentina. Tres años después salió libre, ¿Cumplió su condena? No, se comprobó su inocencia.

Apenas salió de la cárcel, aseguró que no daría -por ahora- declaraciones a la prensa debido a lo mal que lo pasó durante su permanencia en el centro penitenciario. Su madre, Fabiola Aguirre, sí quiso y en conversación con el portal La Nación, contó todo el calvario que vivió su hijo.

Fue a la seis de la mañana de ese 12 de noviembre que Diego y su pareja se despertaron muy confundidos ante la violenta llegada de la policía. Buscaban armas y ropa específica, pero pese a no encontrarla, se llevaron detenido al joven de 22 años.

Una semana antes, dos hombres ingresaron a una vivienda para robarla. Ahí se encontraron con José Fernández, un oficial que estaba de franco, y que opuso resistencia ante la presencia de los ladrones. Lamentablemente, fue herido con tres tiros, lo que le provocó la muerte.

“Lo tuvieron varias horas en una fiscalía, y no prestó declaración porque la abogada defensora de oficio que le asignaron le había dicho que no lo hiciese. Permaneció seis días detenido en un calabozo”, partió relatando la madre.

Sin embargo, aquel día hubo algo que Fabiola no dejó pasar: “Ahí un comisario le explicó que estaba detenido por la muerte de un policía y le dijo: ‘Te tocó perder, Negro, te vas a tener que hacer cargo'”. Con esto, se le señaló como el autor material del asesinato de Fernández: homicidio criminis causae en tentativa de robo con portación de arma de fuego.

“Diego me decía que me quedara tranquila, que todo se iba a aclarar. Estaba confiado en que cuando declararan los amigos que estuvieron con él el día en que mataron al policía, volvería a casa”, explicó Fabiola. Pero desgraciadamente, la viuda del fallecido lo señaló a él como uno de los ladrones que mató a su marido.

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El problema de esto es que pese a los testimonios de los amigos de Diego, que confirmaban dónde estuvo el día del asesinato, de todas formas quedó detenido: “Fue extraño porque las características que ella había dado del asesino de su marido no coincidían en nada con la fisonomía de mi hijo”.

Fue así como se alargó la investigación por años. Cerca de 16 meses los pasó en una cárcel de Magdalena, Buenos Aires; otro año en la Unidad Penitenciaria de Mercedes; hasta que llegó a la Unidad 13 de Junín, donde pasó los últimos días. En todos estos lugares fue agredido, por haber matado a un policía.

“Por la gravedad de la causa que le armaron él tenía que estar en el pabellón de máxima seguridad. En ese lugar los presos son más ‘pesados’ y el Servicio Penitenciario Bonaerense reprime sin piedad. En una de esas requisas a Diego le dispararon y le asestaron 11 perdigones en una pierna. Cuesta mucho mantenerse ahí adentro. En la cárcel te lo estropean”, recordó la madre.

Tanto Fabiola Aguirre como la novia de Diego insistieron en la investigación para que así se comprobara la inocencia del joven. Fue así como recién el 24 de junio de 2019 supieron de Walter Gamarra, un sujeto que estaba cumpliendo una pena de robo en lugar habitado, era el real culpable.

Este joven conocía a Chávez, porque ambos fueron multados por porte de marihuana hace unos años. Él era uno de los involucrados en el crimen de Fernández, por lo que se comprometió a dar su testimonio para que Diego saliera libre.

Lo más curioso de todo este caso, es que este relato no fue necesario, ya que gracias a lo expresado por otro testigo, el involucrado salió en libertad.

“Un juicio que estaba previsto que durase tres días se resolvió en dos horas. Diego, dentro de todo, tuvo mucha suerte, pero hay un montón de muchachos que no la tienen. La justicia te pone la excusa de que están excedidos por la cantidad de causas, pero son los muchachos los que quedan presos acusados de homicidios, y muchos, contra integrantes de alguna fuerza de seguridad”, acusó Aguirre.

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¿Cómo fue que salió libre?

La gran pregunta que se hizo la familia de Diego fue cómo se solucionó en tan poco tiempo, una investigación entrampada por tres años. Según explicó la madre, sus sospechas tienen que ver con que la detención de su hijo ocurrió en tiempos de elecciones, y que todo habría sido una jugada de la policía para demostrar que estaban actuando rápido ante los delitos.

Lo más increíble, es que aún no hay una respuesta clara, y solo se ha remitido a ‘falta de pruebas’. Pese a todo, esta mujer pudo crear una organización para ir en ayuda de personas que han pasado por la misma situación: la primera organización de Familiares y Amigos de Víctimas de Causas Armadas.

“Una vez que logramos la absolución de Diego fue al revés: mucha gente empezó a buscarme a mí para contarme de los casos de sus hijos y así se nos ocurrió formar un colectivo”, expresó Fabiola, que ayuda a jóvenes que han sufrido la ‘represión sistemática direccionada hacia los jóvenes que habitan los barrios humildes’.