Transcurría el año 1986 y en el pequeño poblado de Vista Hermosa en Lautaro, Región de La Araucanía, se desataba un aterrador caso de sacrificio humano, supuestamente por una posesión demoníaca.

La historia se centra en la familia de Don Antonio Salamanca, quien tras jubilarse como agricultor, decidió repartir sus hectáreas de terreno entre sus tres hijos: Bernardo, Carmen y Nilda. Esto con el propósito de unir a la familia y compartir con ellos los años que le quedaban de vida.

En este nuevo hogar y con la intención de difundir sus creencias, Carmen y su hermano comenzaron a incentivar a los vecinos a participar de una actividad religiosa, específicamente, unirse al ejército evangélico de Chile, tal y como recordó Carlos Pinto en el matinal Contigo en la Mañana.

La mujer, que era madre de un niño de 9 años, facilitó su casa para realizar las reuniones con los creyentes, cada jueves por la noche. Sin embargo, su esposo no participaba de estas juntas, debido a que llegaba muy tarde de sus actividades laborales en el campo.

El menor llamado Edgardo, tampoco era parte de estos encuentros y como vivían cerca de su abuelo, lo visitaba frecuentemente para acompañarlo. Sin embargo, fue durante ese lapsus, cuando el hombre fue víctima de una extraña enfermedad que lo dejó postrado en cama y casi inerte.

Ante esta desconocida afección Carmen y Bernardo determinaron que lo más adecuado, era que su padre fuera llevado con la comunidad religiosa. La idea era eliminar el mal que lo aquejaba, mediante sahumerios, cánticos y alabanzas. Según ellos, el abuelo había sido víctima de un “acto diabólico”.

Contexto Pixabay
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Los rituales religiosos realizados en la casa de la mujer no dieron buenos resultados, por lo que comenzó a sospechar que alguien de la familia tenía a satanás en su interior y estaba causándole la enfermedad a su padre.

Fue en ese momento, cuando Carmen desconfió de su propio hijo. En este contexto, citó a su hermano, y le hizo saber que sospechaba del menor y que comenzaría a vigilarlo permanentemente.

Bernardo le expresó a su hermana que debían actuar rápido o su padre no sobreviviría a otra crisis. Ante esta “emergencia”, la mujer citó a la comunidad religiosa a una reunión especial para que le realizaran una especie de exorcismo al niño.

Para este ritual, del cual el menor no tenía conocimiento, Bernardo talló una estaca de madera. Con esta herramienta pensaban erradicar el demonio, de la misma forma como lo hacían en las películas de vampiros que él y sus hermanas arrendaban en VHS.

Contexto Pixabay
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Todo estaba preparado en la casa de Carmen aquella noche. Una sábana blanca cubría la mesa donde fue recostado el niño. A su alrededor los creyentes cargaban velas para iluminar la oscura escena, mientras hacían sus cánticos y alabanzas.

Posteriormente, Bernardo tomó la estaca que había tallado, y con un martillo la impulsó para que se clavara en el pecho del menor. Según sus creencias, en horas de la madrugada la víctima recuperaría la conciencia, con el alma limpia y ‘liberado del demonio’.

Como era de esperar, Hernán no despertó y comprobaron que su cuerpo estaba sin vida. A la mañana siguiente, el padre del niño lo encontró sobre la mesa, sin nadie a su alrededor. Horas después, Carmen y Bernardo fueron arrestados por este terrible crimen.

Captura CHV
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La justicia determinó que los hermanos actuaron bajo el efecto de la locura temporal y recibieron una condena de solo dos años de cárcel. Tras salir con libertad, regresaron a sus hogares y rehicieron sus vidas en el mismo lugar, como si nada hubiese sucedido.