En septiembre pasado, luego de un ataque de policías y narcotraficantes en el sur de México, un grupo de estudiantes de la escuela rural de la región de Guerrero desaparecieron sin dejar huella. Hoy, sus compañeros los reclaman con vida.

Exigimos la presentación con vida de nuestros compañeros, porque vivos se los llevaron y vivos los queremos“, fueron las palabras del comité estudiantil de la combativa escuela de Ayotzinapa en un comunicado en el que se compromete a luchar “hasta las últimas consecuencias” para conseguirlo, según informa la agencia AFP.

El pasado 26 de septiembre, alumnos de esta humilde escuela de la región de Guerrero forjada en el socialismo recolectaban fondos en la ciudad de Iguala, a unos 200 km de Ciudad de México, cuando fueron atacados por policías municipales y miembros del cartel local Guerreros Unidos.

Seis personas murieron en esos ataques, tres de ellas estudiantes, y 43 universitarios desaparecieron sin que se haya sabido nada de ellos. Desde entonces, por testimonios de detenidos, las autoridades presumen que fueron asesinados y enterrados en fosas clandestinas.

“No permitamos que este crimen de lesa humanidad quede en la impunidad y que nuestros compañeros se agreguen a las estadísticas de los miles de desaparecidos que existen en nuestro país”, que suman 22.000 desde el inicio del combate militar al narcotráfico en 2006, enfatizó el comité estudiantil.

La fiscalía general ha detenido a una cincuentena de personas por este caso, entre funcionarios, policías y narcotraficantes, y señala al ahora revocado y prófugo alcalde de Iguala, José Luis Abarca, de haber ordenado el ataque por temor a que los estudiantes boicotearan un acto oficial de su esposa, María de los Ángeles Pineda, señalada como principal operadora de Guerreros Unidos en la ciudad.

Desde que asumió las investigaciones del caso una semana después del ataque, la procuraduría ha encontrado varias fosas clandestinas cercanas a Iguala con al menos 38 cadáveres, pero descartó que 28 de los primeros cuerpos encontrados correspondan a los chicos.

Su línea de investigación apunta a que el reciente detenido, líder de los Guerreros Unidos, Sidonio Casarrubias, habría decidido desaparecer a los jóvenes al creerlos erróneamente integrantes de un cártel rival.

Rechazando que se les vincule con grupos delictivos, los estudiantes de Ayotzinapa también quisieron desmarcarse de los saqueos que se produjeron el sábado y que atribuyen a infiltrados que quieren “deslegitimar” sus demandas “y favorecer un marco de represión de las protestas”.