El caso de la desaparición de Ricardo Harex González, ocurrida durante la madrugada del 19 de octubre de 2001, ha mantenido alarmada a la población de la región de Magallanes por casi 14 años. Los hechos que rodearon este enigma policial y los mitos que se han tejido en torno a una investigación que nunca ha llegado, son parte del día a día en la zona más austral del país.

Hoy, las policías intensifican las pesquisas en torno a otros cinco casos, que en tan sólo seis meses vuelven a poner a Magallanes en la agenda noticiosa nacional porque nadie sabe por qué en esta zona desaparecen personas y nadie sabe dar una respuesta a las interrogantes que hoy afligen a varias familias.

De Gustavo Reynoso Álvarez, Irma Solís Cruces, Jaime Eduardo Stokebran Ortega, José Márquez Saldivia y Cristián Barrientos Saavedra, sólo hay fotografías, recuerdos de familiares y amigos y las indagaciones de Carabineros y de los efectivos de la Policía de Investigaciones. Fueron vistos, por última vez, en lugares más que comunes, con vestimentas como las de todos los días; sin dar señal alguna que querían no ser vistos ni encontrados jamás.

Pero todos y todas tienen una situación que los une: desaparecieron en Magallanes, por decisión propia, por accidente o porque habrían querido desafiar al clima y a la geografía patagónica.

Gustavo Reynoso Álvarez, de 32 años, oriundo de Quilpué, Región de Valparaíso, ingeniero constructor y a quien no se le conocen familiares ni amigos en la zona, se presentó el día 3 de junio, en la portería Laguna Amarga; pidió y obtuvo permiso para efectuar un recorrido por el Parque Nacional Torres del Paine.

La profesora chillaneja Irma Solís Cruces, de sólo 32 años, madre soltera de una hijita pequeña, vino a la zona en marzo del año pasado; retornó a Chillán, de vacaciones de verano y, posteriormente, indicando que venía a trabajar en su profesión, regresó a Punta Arenas, pero nunca ejerció y el último contacto que se tuvo con ella, indicaron familiares a la Policía de Investigaciones (PDI), data del 28 de abril y, desde entonces, nada… Ni siquiera una llamada telefónica a su hijita.