La mal lograda estructura ya cobró su primera víctima: se trata de Alejandro Carreño, funcionario a honorarios de la Municipalidad de Tomé y mente maestra detrás del único gimnasio que requiere de asistentes parados.

El gran detalle: ni siquiera es un profesional, ya que le falta realizar su proyecto final para poder conseguir el título de Arquitecto.

Para una entrevista a Radio Biobío, la alcaldesa de la comuna, Ivonne Rivas, anunció que el personaje ya no seguirá acompañándolos y que se iniciará un sumario para descubrir qué otros trabajadores de planta estuvieron involucrados en el tremendo condoro.

La investigación se hace necesaria, ya que uno de los detalles que más llama la atención pública es que ni ingenieros ni autoridades se percataron antes del asunto.

El problema se destapó el viernes pasado, cuando los habitantes de Dichato manifestaron su descontento en redes sociales: las graderías estaban tan mal diseñadas, que cuando la gente se sentaba con suerte veían la punta del arco.

La obra era muy esperada por la golpeada comunidad, que después del 27/F ha hecho todos los esfuerzos para volver a levantarse. Buscaba el desarrollo de actividades deportivas bajo techo, objetivo que si bien se cumplió, está bastante lejos de satisfacer a los habitantes de la zona.