Además de estar relacionada con una necesidad fisiológica, el hambre también tiene asidero mental. Y es por eso que ante situaciones de estrés o tristeza, optamos por comer cualquier cosa que nos suba el ánimo.

Esa sensación, nada tiene que ver con la necesidad de alimentarnos, pues pueden haber pasado apenas unos minutos después de la última comida cuando ya queremos echarnos algún “chocolatito” a la boca.

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En este contexto, Jaime Giménez, dietista nutricionista y director del centro español Nutritional Coaching, señala que el recurrir a pequeños bocados de vez en cuando para escapar de ciertos problemas, es una práctica habitual, pero agrega que la sensación de placer que se obtiene, siempre será pasajera.

Cuando comemos alimentos ricos en grasa o azúcar, experimentamos una intensa sensación de placer a causa de la liberación de endorfinas y dopamina en el cerebro. Sin embargo, esta sensación de aparente felicidad es efímera, y al terminar volveremos al principio o incluso peor de lo que estábamos“, reveló al medio español El Mundo.

No obstante, es difícil escapar de estos estímulos y de la oferta de productos alimenticios poco saludables pero que están asociados a una sensación de bienestar, sea por la publicidad que se mete por nuestros ojos, o por su contenido nutricional. Es por eso que cuando el estado anímico no acompaña, caímos rendidos ante estos “sanadores”.

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Pero un escenario más grave es el que plantea el experto, pues si bien la industria publicitaria promueve ciertos alimentos ricos en grasas y azúcar como el mejor remedio para un mal día (helado, bebidas, chocolates, galletas, etc.), también promueve un ideal, al menos en lo que respecta al público femenino, de mujer muy delgada y eternamente joven. Así “la industria alimentaria quiere utilizar (esta imagen) para vender sus productos light, bajos en grasa y sin azúcares añadidos. Por eso, a la larga, esta relación malsana con la comida puede llevar a un trastorno de la conducta alimentaria (TCA)“, agrega Giménez.

En este contexto, el especialista también señala que es “muy importante diferenciar la alimentación como función nutricional de la alimentación como adicción”, pues las personas que utilizan la comida para no sentir ciertas emociones, están muy propensas a desarrollar un trastorno de este tipo.

Pero no todo está perdido, pues el experto revela que esa temida “alimentación emocional” sí se puede controlar, y para ella recomienda seguir cinco consejos básicos que debes tomar en cuenta cada vez que sientes ganas de echarte algún bocado a la boca.

1.- Mantener una dieta variada y sin alimentos prohibidos: El nutricionista indica que “dentro de una alimentación equilibrada no hay por qué prohibir ningún alimento”. Eso sí, todo debe ser en su justa medida o como excepciones. No te sientas culpable por incluir uno que otro bocado que te ayude a calmar la ansiedad. Debes saber que “en una dieta saludable, puede existir el chocolate, aunque con moderación”, añade.

 Korona Lacasse (cc) | Flickr
Korona Lacasse (cc) | Flickr

2.- Reflexionar antes de comer entre horas: Es importante que te hagas la siguiente pregunta, indica el experto: ¿Lo haces por hambre o para calmar la tristeza o el aburrimiento?. Una vez que identifiques la razón por la que te dan esas ganas irresistibles de comer, puedes buscar una alternativa saludable. Si te cuesta mucho, antes de llevarte a la boca ese alimento que crees, será milagroso, “escucha una canción que te relaje, observa una imagen que te agrade o sal de casa a dar una vuelta. Muchas veces, solo necesitamos un respiro”, explica Giménez.

3.- Hacer deporte: ¿Por qué crees que hay tanta gente corriendo o inscrita en los gimnasios? No todos quieren un “six-pack”, algunos simplemente lo hacen para relajar su mente y escapar de la estresante rutina. ¿Por qué no lo intentas? Cuando uno está en paz y con el ánimo arriba, eso se reflejará sí o sí en tu alimentación.

Jacsonquerubin (cc) | Flickr
Jacsonquerubin (cc) | Flickr

4.- Ser creativo: Aunque no lo creas, comer sano sí puede ser muy divertido y novedoso. Prueba nuevos alimentos, nuevas recetas, y si el dinero acompaña, también descubre nuevos restaurantes. ¿Cómo sabes si encuentras un alimento feliz que reemplace a otro menos saludable?

5.- No tener prisa: Comenzar nuevos hábitos, en todo sentido, siempre es complicado, pero si refuerzas las asociaciones positivas, al final las buenas decisiones saldrán por sí mismas “Cada vez que hagas una elección saludable en tu alimentación, felicítate a ti mismo“, dice Giménez.