No existe una persona que nunca haya dicho una grosería en su vida. Ya sea por susto o porque tuvo un pequeño accidente, lo cierto es que los garabatos están presentes a lo largo de todo nuestro día, seamos o no aficionados a este tipo de expresiones.

También hay quienes constantemente están con la grosería en la punta de la lengua para lanzarla en cualquier situación que lo “amerite” y, a menudo, si se dicen sin la intención de ofender o faltarle el respeto a otro, suelen parecer hasta cómicas.

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El tema ha sido objeto de interés por mucho tiempo, y es por eso que un estudio quiso centrarse en esta práctica, descubriendo un impensado beneficio relacionado a decir garabatos.

La investigación fue liderada por el doctor en psicología Richard Stephens de la Universidad de Keele, Inglaterra, en conjunto con otros expertos, y determinó que los hombres que dicen groserías suelen ser más confiables y felices, pues su uso “ayuda a liberar emociones y generar una sensación de fuerza y poder”.

Y eso no es todo, pues lejos de lo que se piensa comúnmente, de que las personas que dicen malas palabras suelen ser mal educadas o petulantes, lo cierto es que este estudio asegura que la inteligencia es una de las características esenciales de la ‘gente grosera’, pues manejan un amplio vocabulario.

El maldecir te puede hacer sentir mejor en ciertas situaciones. Si estás esperando una ambulancia y no tienes más medicamentos, decir insultos puede incluso reducir la sensación de dolor“, afirmó el Dr. Stephens.

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En ese sentido, el experto indica que la creatividad, confianza, estabilidad emocional y felicidad son algunas de las características que presentan aquellos hombres ‘groseros’.

Y eso no es todo, pues para llegar a estas conclusiones, los investigadores trabajaron con 81 participantes a quienes se les pidió que dijeran groserías antes de una intensa sesión de ‘spinning’ y mientras apretaban un dispositivo que mide la fuerza de agarre de la mano.

En ambas situaciones se determinó que el lanzar garabatos provocó mejoras significativas en el rendimiento en comparación con decir palabras ‘neutras’.

Este estudio fue un seguimiento de otro anterior, liderador por el mismo experto, y que determinó que decir groserías aumentaba la tolerancia al dolor, lo que explicaría por qué muchos de nosotros dice garabatos cuando estamos heridos.

Sabemos por nuestras investigaciones anteriores que decir malas palabras logra que las personas sean más capaces de tolerar el dolor. Una posible razón de esto es que estimula el sistema nervioso simpático del cuerpo, el mismo que hace que tu corazón palpite cuando estás en peligro“, afirma el doctor.

Por último, la investigación determinó que la fuerza con la que se enuncian estas groserías, permite la “liberación de emociones e ideas arraigadas en nuestros pensamientos“, aunque aclara que esta sensación se produce cuando se lanzan garabatos ‘al aire’ y no para ofender o agredir a alguien.

¿Qué te parece? ¿Te consideras una persona grosera?