Una mujer que sufrió un grave caso de Meningitis meningocócica durante su infancia hoy tiene un extraño y a la vez triste pasatiempo: coleccionar muñecas que parecen bebés de verdad.

Jessica Haldin, de 26 años y residente de la ciudad de Waikiki, en el oeste de Australia, perdió sus piernas y parte de sus brazos a causa de la agresiva enfermedad y hoy teme no poder tener hijos.

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Es por esto que inició la colección que hoy suma varias figuras, llamadas bebé reborn, a las que cuida amorosamente, dándoles nombres e incluso certificados de nacimiento.

A pesar de estar capacitada biológicamente para concebir un bebé, teme que su sueño de ser madre nunca se haga realidad producto de su discapacidad y lo difícil que se le haría cuidar y atender a una guagua.

“Llevo coleccionándolas alrededor de dos años y las amo de manera absoluta. Ahora tengo seis, dos niños y cuatro niñas y he aprendido cómo arrullarlas y sostenerlas a pesar de mi discapacidad. Me gusta tener aunque sea un poquito de experiencia sobre cómo sería la maternidad, porque sé que mis posibilidades de ser mamá algún día son pequeñas. No recuerdo cómo era la vida con extremidades, pero soy feliz viviendo sin piernas. De hecho, hasta me río de aquello, pero sería hermoso ser mamá”, comenta la joven, según consignó el medio inglés Daily Mirror.

Sin embargo, Jessica no trata a las muñecas como si fueran reales, aunque admite que disfruta abrazarlas y ponerles lindos atuendos mientras juega con ellas en su casa.

“Mi cosa favorita para hacer con las muñecas es ponerles ropita bonita y arrullarlas. Sé que hay gente que saca estos muñecos en coches y todo, pero nunca he hecho eso y creo que no lo haría porque sé que no son reales”, agrega la mujer.

Jessica tenía apenas dos años cuando el 21 de diciembre de 1993 empezó la pesadilla. Enfermó y los médicos pensaron que se trataba sólo de un resfrío mal cuidado… cuatro horas después estaba en una cama de hospital con los brazos y piernas negras y luchando por su vida.

“Yo no recuerdo nada. Me han dicho que estuve un mes en coma. Cuando desperté, mis piernas habían sido amputadas y sólo tenía los dedos de mi mano izquierda y sólo el pulgar en la derecha. Pasé un año en el hospital y necesité un montón de cirugías reconstructivas. Ahora el 90 por ciento de mi cuerpo tiene cicatrices, por eso no uso prótesis. Encuentro más cómodo y menos doloroso arrastrarme”, comentó Jessica, que asegura que a pesar de haber soportado más de 100 operaciones, siempre ha sido feliz con su forma de ser y se ha adaptado a vivir sin extremidades.