La fotografía es una de las ramas que permite explorar temas tabúes desde una perspectiva más artística y a veces muy verídica, transportando a las personas hacia sensaciones difíciles de hallar en el día a día.
Uno de sus exponentes es el fotógrafo de ascendencia cubana-estadounidense Andrés Serrano, quien en 1992 impactó al mundo con una serie titulada “La Morgue”, que mostraba la “belleza oculta” en los cuerpos inertes de desconocidos.
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La serie, compuesta por decenas de imágenes de fallecidos en incendios, accidentes aéreos, ahogados y acuchillados, entre otros, es una cruda representación de una realidad que convive con nosotros pero que permanece escondida a nuestros ojos.
En conversación con la revista Bomb, en febrero de 1993, el artista dio detalles de su cruda muestra y su inspiración.
“La morgue es un templo secreto donde sólo unos pocos son permitidos. Paradójicamente, a todos nos dejarán entrar algún día. Mi relación con las personas involucradas es a través del patólogo a cargo de la morgue, un experto forense bien conocido. Él me dio la autorización para fotografiarlos bajo el entendimiento de que las personas están disfrazadas y no son identificadas”, señaló el profesional.
Consultado sobre su relación con los protagonistas de sus imágenes, Serrano comentó que “Fotografié a estas personas luego del momento en que murieron. Nunca los conocí como seres humanos. Nunca supe qué idiomas hablaban, cuáles eran sus creencias religiosas o políticas, cuánto dinero tenían o a quién amaron. Todo lo que sé sobre ellos es su causa de muerte”.
“No los toqué muy a menudo. En la morgue me decían que si un cuerpo no ha pasado por la autopsia, y es parte de una investigación policial, no se debe tocar nada. Pero después de la autopsia, puedes tocar todo lo que quieras, sólo asegúrate de usar un par de guantes. De todos modos, dejé los cuerpos casi tal cual como estaban, sólo moví un brazo ocasionalmente por allí o por allá. Quería que mi mano se sintiera lo menos posible, excepto cuando puse las vendas a esas caras“, añadió sobre el proceso artístico.
Al preguntarle si sintió que su obra sobrepasaba ciertos límites, Andrés comentó que “Para mí nunca hubo un dilema en torno a si debía o no debía fotografiar a estas personas. Hay una línea fina entre la exploración y la explotación y siempre he estado preparado para caminarlas y hacerlo, ponerme en la línea. La vida sería aburrida y el arte estaría muerto si no tomáramos riesgos“.
“Recuerdo cuando fotografié a un tipo que había sido acuchillado hasta la muerte, y un doctor de la morgue lo miró y dijo: ‘Pobre hombre, al menos ya no sufrirá más’. Muchos de nosotros tememos a la muerte porque vemos este horrible, inimaginable término de nuestra existencia. Le tenemos pavor. Cuando tienes que lidiar con algo día a día aprendes a temerle menos. Tú desmitificas tus miedos y se vuelve más fácil para ti superarlos”, explicó.
Finalmente, el fotógrafo manifestó que “Las personas se sienten confundidas de que yo les haya llevado hacia allá prematuramente. Mi única intención es llevarlos a este lugar sagrado. El resto depende enteramente de ustedes. Exploré este territorio con ojos frescos y una mente abierta. Quiero que la audiencia haga lo mismo”.
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Metallica y un Cristo bañado en orina
Si bien Serrano sorprendió al mundo artístico con “La Morgue”, lo cierto es que no fue la única obra que dejó boquiabiertos a los espectadores.
Previo a su serie fotográfica, el artista se hizo un nombre con “Inmersión (Cristo de Orina)”, una imagen que mostraba un crucifijo de plástico sumergido en el pis del propio Serrano.
Al momento de su publicación, en 1989, la instantánea causó la furia de los sectores más conservadores de Estados Unidos. Pese a ello, se coronó como la ganadora del ‘Premio de Artes Visuales’ entregado por el Southeastern Center for Contemporary Art de Carolina del Norte (EEUU).
Posteriormente, en 1996, el fotógrafo alcanzó fama entre los fanáticos de la banda Metallica, luego que la agrupación eligiera uno de sus trabajos como portada de su disco “Load”.
Se trata de una fotografía que grafica una mezcla de sangre bovina y el semen del propio Andrés, unida por láminas de plexiglas, y que data de 1990.
¿Qué te parece el atrevido trabajo del fotógrafo Andrés Serrano?
