Con 36 semanas de embarazo la joven Ella Clarke, de 31 años y madre de 7 hijos, hasta entonces, tuvo que volar al hospital al notar que estaba sangrando.

Ella no quería por ningún motivo perder a su octavo hijo, fruto de la relación con su marido y gran amor de toda la vida, Ian, por lo que no dudo al momento de entrar al pabellón para dar a luz a su nueva pequeña a través de cesárea.

Aunque la pequeña Winter Rose nació sana y con un peso de poco menos de 2, 8 kilos, Ella sufrió severas complicaciones producto de la intervención, que terminaron con algo que jamás hubiese imaginado: los médicos tuvieron que amputar sus piernas.

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Es poco usual que las madres que ya se han practicado cesáreas con anterioridad tengan problemas médicos al momento de someterse nuevamente al procedimiento, más allá de sangramientos o fracturas uterinas menores, pero en el caso de Ella ocurrió y de manera extrema.

Fue necesario realizar una histerectomía (extirpación del útero) de emergencia. La madre perdió más de 6 litros de sangre y recibió 6 transfusiones, al punto de que los doctores tuvieron que llevarla al estado de coma inducido.

Cuando despertó, luego de 5 largos días, no sólo se dio cuenta de que no tenía a su bebé en los brazos tras despertar de la anestesia como en los partos anteriores, sino que recibió la cruda noticia por parte de los médicos, habían tenido que cortar sus extremidades inferiores.

“Recuerdo el momento. Pensé que estaba despertando después de la cesárea. Esperaba que me pasaran a mi hermosa bebé. No tenía idea que había estado en coma. Los doctores me dijeron que me habían amputado las piernas. En es momento está confundida aún por los medicamentos”, confiesa la víctima, si víctima, ya que todo su sufrimiento actual habría sido producto de una negligencia, al menos a si lo aseguran ella y su marido.

Luego de la intervención, aseguran, el equipo debería revisar cada hora a Ella, para que sus heridas no coagularan. Sin embargo, personal del propio hospital confirmó que hubo confusión y olvido, por lo cual no la revisaron sino hasta 6 horas más tarde, lo que en teoría, obligó la amputación.

“Cuando los doctores me dijeron mi corazón se ‘detuvo’. Pero estaba feliz de que hubiese sobrevivido. Ahora hago más cosas en casa y estoy más. Haré lo que sea necesario para que vuelva a ser feliz, para que estemos en nuestro lugar feliz”, dice su amoroso marido, Ian.

Ahora mientras intentan recomponer su vida, superando también las complicaciones que esto ha traído para sus otros 7 hijos, por ejemplo la mayor de sus pequeñas, de 13 años, bajó notablemente sus notas en el colegio, están en un proceso de demanda contra el servicio de salud nacional de Inglaterra y sus representantes en el Hospital de Devon del Sur por la negligencia médica que significó un radical cambio en sus vidas.

Por su parte las autoridades de salud, descartaron dar mayor información o referirse al caso hasta no completarse la investigación y sumario que se están llevando a cabo producto de este caso, informó The Sun.

The Sun | Captura
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