Sólo poco más de 30 kilos llegó a pesar Courtney Grimshaw luego de iniciar una competencia con su hermana Rebecca, dos años mayor, sobre quién era más delgada.

Todo empezó cuando estas chicas de Los Ángeles, California, Estados Unidos, tenían apenas 12 y 14 años respectivamente. Las bromas de la mayor sobre el peso de Courtney, a quien llamaba ‘trasero gordo’ ‘o chancha gorda’, gatillaron graves consecuencias.

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“Siempre quise ser como ella. Era muy linda y tenía niños a su alrededor, a todos mis amigos les gustaba, pensaban que era genial. Becky me molestaba por ser rellenita y me decía cerda gorda. Me hacía sentir mal sobre mi misma”, asegura la joven, que hoy tiene 24 años.

Mientras que su hermana hoy se da cuenta de sus errores.

“Entonces era una pequeña pesada y junto a mi hermano llamábamos a Courtney gorda y la molestábamos. Pero cuando sufrió con la anorexia, yo estaba devastada, me torturaba que, en parte, todo haya sido por mí. El daño ya estaba hecho y no me había dado cuenta de lo que estaba causando. Aún me culpo por todo esto”, se confiesa Rebbeca.

En sólo un año la pequeña perdió más de 20 kilos y cuando tenía 15 la situación era extrema.

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La competencia partió con ambas comiendo sólo 350 calorías diarias y hacer ejercicios de manera compulsiva por horas para ver quien podía ser más delgada.

“Las dos estábamos compitiendo por ser la hermana más flaca. Rebecca se dio cuenta que estamos haciendo algo peligroso pero yo ya había ido muy lejos, todo lo que podía pensar era en perder más peso”, cuenta Courtney a Daily Mirror.

Pronto llegó a pesar sólo 31 kilos y las autoridades del colegio hicieron que sus padres la internaran. Su hermana fue fundamental en el proceso de rehabilitación y recuperación de peso, pero el drama no terminaría ahí.

Ya con algunos kilos encima, Courtney comenzó a beber, lo que le permitía evadir su constante preocupación por el peso y las calorías, pero todo terminó en otra tragedia.

Con varias copas demás chocó el vehículo de sus padres, quienes descubrieron su adicción al trago y la enviaron a rehabilitación.

Finalmente la chica pudo dejar atrás sus demonios y hoy con un peso más saludable de entre 46 y 50 kilos quiere ayudar, para que otras chicas no pasen por el sufrimiento de los trastornos alimenticios y la obsesión por el peso.

“Sin mi hermana es probable que nunca hubiese tenido anorexia ni problemas adicción, pero sin ella tampoco hubiese sido capaz de poder ayudar a otras personas y contar lo orgullosa que estoy de mi proceso de recuperación”, cuenta Courtney que no sólo hizo las paces con su hermana, sino que también con su cuerpo.

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