¿A quién no le ha pasado? Ir llegando a la casa de un amigo y que de pronto su perro se lance directamente a tu entrepierna, haciéndote reír y enrojecer al mismo tiempo. Pero los canes no tienen esta costumbre sólo por avergonzarte, como recoge el portal Psychology Today.

Si tienes a un canino pegado a tus genitales o quizás oliendo tu trasero, es porque busca información sobre ti. El olfato es el sentido dominante en los perros y gracias a este, pueden conocer distintos datos de otros animales y aplican lo mismo con los seres humanos.

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Para ellos es fácil, ya que poseen una glándula sudorípara llamada aprocrina, la cual produce esta olorosa información y la expande por todo sus peludos cuerpos, especialmente en el área genital y anal. “Las células que liberan feromonas están incluso en los folículos capilares, por lo que el pelaje de un perro está lleno de estos químicos concentrados, para una identificación más fácil”, explica el portal.

patchattack (cc) | Flickr
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Además, las mismas bacterias en estas secreciones modifican e intensifican el olor. Es así como con sólo olfatear, sabrán el sexo, edad, salud y estado de ánimo de otros canes, además de información sexual, como si una perrita está ovulando o si está esperando cachorros.

Nosotros también tenemos glándulas sudoríparas aprocrinas, pero son muchas menos y se encuentran en ciertas partes del cuerpo, como las axilas y la zona genital. Así que si acabas de tener sexo, si estás ovulando, si estás menstruando o si tuviste un bebé recientemente, probablemente llamarás la atención de un perro, ya que ellos captarán esta información en tu aroma.

Nick Southall (cc) | Flickr
Nick Southall (cc) | Flickr

De hecho, el olfateo de un perro puede ser uno de los predictores más precisos de que estás ovulando y mujeres de todo el mundo lo utilizan para saber cuándo son fértiles. Aún así, existen personas que no soportan esta actitud de los perros, como es el caso de una política estadounidense llamada Barbara Monsky, quien demandó a un can por acoso sexual tras olerla tres veces bajo su falda. Obviamente, el tribunal dejó libre al perro y no le concedió la demanda.

Psychology Today (cc)
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