Todos tenemos alguna mala experiencia de viaje. Ya sea que el compañero que nos tocó en el asiento de al lado se mueve mucho, roncó toda la noche, o bebés llorando desconsoladamente durante horas.

No obstante, pocos se atreven a expresar su molestia para no crear conflictos con el resto de pasajeros, situación que no amedrentó a Lau Mynyee para expresar su enojo a una mujer que realmente podría llevarse el trofeo a la “peor pasajera de todos”.

Munyee tuvo que aguantar que la mujer golpeara su asiento constantemente, oliera a pies, hablara fuerte y que incluso comiera productos muy olorosos y de mala manera.

Su malestar fue tanto que decidió escribirle una irónica carta para contarle de la situación que al parecer, ella ignoró durante un viaje completo de Singapur a Sidney.

Escribí la carta en la bolsa de mareo porque no pude “pegar un ojo” durante todo el vuelo, así que tuve que encontrar un medio de distraerme, antes de querer saltar del avión“, señaló la mujer al medio británico MailOnline.

Lau Munyee
Lau Munyee

A continuación te dejamos con la traducción de la carta realizada por Página7:

Estimada pasajera del asiento 15A,

No me conoces, pero estaba sentada frente a ti durante el vuelo de Singapur a Sidney el 12 de abril.

Lo que debería haber sido un vuelo rutinario, resultó ser una experiencia de vida, y todo gracias a ti, así que le escribo esta carta para agradecerle personalmente.

Siendo la tacaña que soy, no pagué extra para obtener un asiento al lado de la salida de emergencia. A pesar de ofrecer más espacio para las piernas, pero no quería ser molestada y leer los procedimientos especiales de seguridad. Lo último que querría es comprometer la vida de todos los pasajeros inocentes, por no saber cómo abrir la puerta del avión.

A pesar de mi asiento de clase económica, me ofreciste un completo masaje en la espalda pateando repetidamente el asiento. A la fecha, aún tengo que recuperar la movilidad de la parte inferior de mi cuerpo, pero estoy soltera así que supongo que no la utilizaré mucho.

No pagué por el paquete de entretenimiento al interior del avión, y estaba preocupada porque quizá me podía aburrir, pero mis preocupación fue realmente innecesaria. Hablabas en voz tan alta que pareciera que su amiga estaba ubicada en la bodega del avión en vez de ir a su lado.

¿Tal vez le costaba escuchar? Quizá esto pueda parecerte extraño pero por primera vez en mi vida me hubiese gustado tener una discapacidad auditiva también.

Gracias por los fuertes gritos y producir sonidos ambientales.

En ese momento pensé, “No hay nada mejor que esto”, pero lo que era una pregunta retórica se convirtió en todo un desafío.

Inmediatamente mi nariz fue atacada por un olor putrefacto de muerte y decadencia. El hedor era tan fuerte que me di la vuelta para comprobar si la anciana que estaba sentada junto a mí, todavía estaba respirando.

Fue muy considerado de tu parte quitarte los zapatos y poner los pies entre el asiento y la ventanilla del avión. Debe haber implicado un esfuerzo considerable. Era un espacio pequeño pero pusiste los pies tan cerca de mi cara como te fue posible.

Tu amabilidad me conmueve.

El sol se eleva sobre el horizonte; el cielo parece estar sangrando carmesí y oro, pero no me puedo dar vuelta a contemplar ese milagro cotidiano porque cada vez que lo gado huele al ano de Satanás.

Estuve a punto de bajar la mascarilla de oxígeno, pero recordé que estaba en una aerolínea de bajo costo así que probablemente tendría que haber pagado extra por ello.

¿Sabías que me convertiste en una persona mucho más religiosa?

He dicho más oraciones en este vuelo que en mi vida entera. Me dividía en pedirle a Dios que me diera fortaleza para soportar el resto del viaje y pedirle a Guan Yin Ma (una monja budista), ¡LLÉVAME A CASA!

Esta experiencia ha sido tan memorable que estoy escribiendo esto desde la oficina de mi terapeuta. También he acordado diez sesiones más para hablar de esto.

Gracias otra vez.

Pasajera del 14A