Arlette Mansilla (35) y Wuilman Quevedo (36) pasaron a convertirse en dos víctimas más de la infame “ruta de la muerte”, que une Coquimbo con Ovalle. Su pequeña hija de 8 días es la única sobreviviente del trágico choque que conmocionó a toda la región, como rescata el medio regional Diario El Día.

Para darles el adiós, tuvieron que separar sus cuerpos: Arlette fue llevada hasta Osorno, su tierra natal, para que su madre enferma pudiese despedirse de ella. Mientras que su esposo, fue despedido ayer en el Parque del Recuerdo de La Cantera.

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Pero antes de este negro episodio, existió mucho amor: la pareja se conoció a través de Facebook en el 2011 y desde entonces, no se separaron. Sus amigos e integrantes del Club Deportivo Huracán de Tierras Blancas recuerdan a Wuilman con mucho cariño.

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“Nosotros lo conocimos de cabro chico aquí, siempre jugando a la pelota y ya cuando creció, tuvo una mejor situación económica, siempre colaboró con Huracán”, dice un orgulloso Héctor Aróstegui, presidente del club en el que jugó hasta el final.

Sus seres queridos lo describen como un gran líder y un hombre de iniciativa. También lo recuerdan por su amor al rock: “Estoy muy orgulloso de todo lo que logró mi hijo, en todo ámbito. Logró sacar su carrera (Arquitectura), formar una familia y fue una buena persona, que es lo más importante. Yo a él, y se lo he dicho varias veces ahora, mirándolo donde está en el cajón, le agradezco todas las satisfacciones que nos dio”, afirmó su padre, Dagoberto Quevedo.

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Este hombre y su esposa –y madre de Wuilman-, Isabel Tapia, serán los encargados de velar por el bienestar de Amanda, la única sobreviviente de la tragedia. En medio del velorio y la pena, el recuerdo de Arlette también persistía: la psicopedagoga de 36 años tenía un carácter carismático y, según cuentan, “caía bien en el lugar que fuera”.

Esta mujer proveniente de Osorno había llegado un año atrás a Coquimbo por amor y para comenzar su familia. Se la pensó mucho antes de tomar la decisión, ya que no quería alejarse tanto de su madre. “Ellas eran muy unidas”, comentan en la familia de Wuilman.

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Ninguno de los dos la tuvo fácil: en 2009, Wuilman sufrió un grave accidente automovilístico en el sur de Chile: “Sólo un mal recuerdo, gracias a Dios… Increíble ponerse a pensar que estoy con vida”, escribió en el muro de su Facebook después del episodio, como si vaticinara lo que ocurriría después.

El último día de ambos fue muy normal y feliz: su hija había nacido hacía solo un par de días y se encontraban felices, compartiendo once con la madre de Wuilman, Isabel Tapia. A las 7 de la tarde emprendieron rumbo a su hogar, pero la “ruta de la muerte” cobró sus vidas a 8 kilómetros del destino.