Oren Miller nació en Israel pero se mudó a Londres cuando tenía 20 años. Allí conoció a su actual mujer, quien es estadounidense y se lo llevó a Maryland, Estados Unidos, donde viven junto a sus dos hijos.

Miller tiene el blog “A Blogger and a Father” (Un bloguero y un padre), y éste ha sido citado en varios medios internacionales, y esta vez no es la excepción.

Oren tiene cáncer al pulmón y compartió una emotiva carta donde expone todo lo que ha aprendido durante el tiempo que ha vivido con la enfermedad, asegurando cuánto extrañará a sus hijos, que aún son muy pequeños, y lo afortunado que es al tener la esposa que tiene.

A continuación te dejamos con la conmovedora carta:

Boom.

El viernes 30 de mayo de 2014, me enteré de que tenía cáncer de pulmón en fase 4. A las personas que están en esta situación normalmente no les queda mucho tiempo de vida y el tratamiento se limita a conseguir que el año sea más llevadero. Luego también se pueden plantear otras opciones, como los tratamientos experimentales, pero, francamente, aunque soy optimista, conozco mi estado.

Hace cuatro años, en el verano de 2010, estábamos en Bethany Beach y todo el mundo se lo estaba pasando genial. Nuestra familia y algunos amigos estaban haciendo castillos de arena, entrando y saliendo del agua, relajándose en general. Todo el mundo excepto yo, que, como solía pasar, sentía ansiedad. Tenía cientos de mails por leer y decenas de ideas de posts que no tenía tiempo de escribir, estaba rodeado de mucha arena y no tenía suficiente café. Intenté fingir que estaba disfrutando, pero la gente se daba cuenta de que estaba fuera de mi zona de comfort y, lo peor, de que no quería estar ahí.

Fue en el camino de vuelta cuando tuve una revelación. Sólo ahí me di cuenta de lo que me había estado perdiendo. Sólo ahí me di cuenta de que estaba experimentando la mayor tragedia de la existencia humana: ése era mi momento y yo ni siquiera lo sabía.

Resultó ser un buen día, ya que cuando tomas esa decisión… sientes que tocas el cielo todos y cada uno de los segundos de tu vida. Y siguió y siguió, y las cosas mejoraron, porque tomé la decisión deliberada un día de verano, en el camino de vuelta a casa desde Bethany Beach, y era capaz de repetir esa decisión en mi subconsciente desde ese mismo instante. Marcó la diferencia entre un infierno en vida -el que tenía detrás, siempre infeliz y siempre insatisfecho, siempre un paso por detrás de mi trabajo, mi relación con mi mujer, con mis amigos y con mis hijos- y el cielo, en el que lo tenía todo.

Creo en este cielo terrestre, y creo que se puede encontrar en cualquier lugar que lo busques. Esto es lo que descubrí:

Descubrí el cielo en los paseos en coche con los niños. Podía haberme sentido mal por llevarlos y traerlos del colegio todos los días, pero, en su lugar, utilizaba esos viajes en coche para hablar con ellos, sobre su mundo y el mío, para introducirlos en la música, para crear música con ellos, para hablar sobre los valores y sobre cosas sin sentido.

Descubrí el cielo en el suelo sucio de una pista de baloncesto. Mi hija, que entonces tenía dos años, acababa la guardería a las 12, así que nos quedábamos unas horas esperando a que su hermano saliera del cole antes de volver a casa. Esos días de espera con mi niña los recordaré para siempre, y espero que ella también. Durante cuatro horas nos quedábamos sentados, comíamos juntos e íbamos a una sala de juegos en la que ella me preparaba sándwiches y té de plástico; y corríamos a la pista de baloncesto y jugábamos allí. Jugábamos a correr sin salirnos de la línea negra; yo iba detrás de ella, babeando. Se inventó ese juego y lo llamaba “Ir a la fiesta de cumpleaños”. Luego nos sentábamos en el suelo, uno frente al otro, extendíamos las piernas y nos pasábamos el balón. Después quería abrazarme y nos abrazábamos en el suelo de la pista mientras la gente jugaba a nuestro alrededor.

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Pero hasta en el cielo terrestre recibes avisos. Nos mudamos a una casa nueva en marzo. Es una casa bonita. Es una casa de ensueño. Es la casa en la que mis hijos crecerán con un hueco en el corazón en forma del padre que apenas recordarán. Quiero que sean felices. Quiero estar por ahí para hacerlos felices.

Y quiero que mi mujer sea feliz. Se merece ser feliz. Ojalá pudiera hacerla feliz ahora mismo.

Aceptación y tristeza… creo que pueden coexistir. La tristeza es inevitable -soy humano- e intentar superarla a veces duele más. Pero lo acepto. Acepto que esta vida es finita y acepto que pronto llegará mi hora. Acepto que mi vida haya sido y siga siendo un regalo, y acepto la probabilidad de que no veré a mis hijos crecer.

No obstante, me pregunto si debería quejarme, clamar al cielo y decir “¿Por qué yo?”; si debería sentir que ahora, incluso ahora, especialmente ahora, un poco confuso, un poco cansado y un poco triste, estoy viviendo el mejor momento de mi vida.

Sea lo que sea que le ocurra a mi cuerpo en los siguientes meses, todavía se desconoce. Sin embargo, de lo que sí estoy seguro es de lo siguiente:

Sabemos que soy el hijodep— más afortunado de este mundo y sabemos que me querrán hasta el último momento. Ellos son mi mayor privilegio: mi mujer, a la que adoro, y dos hijos que me sorprenden a cada momento.

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Les voy a pedir una cosa

Mi niña es tímida. La verás jugando sola a veces y estarás tentado a dar media vuelta y decir “¡Qué linda como juega solita?” Acércate. Juega con ella. Te necesita.

Mi niño es súper sensible. Se acordará de todo lo que le digas y esa cabecita de genio lo analizará durante meses. No le hagas una broma para reírse de él; lo destrozarás. Contesta a cada pregunta que te haga o, al menos, dile dónde puede encontrar las respuestas. Le gusta jugar y hacerse el tonto, pero hay que tratarle como a un chico maduro. Es más listo que yo y probablemente más que tú.

Y mi mujer… Dale un respiro. Por favor, deja que se tome un respiro. En el trabajo es de personalidad tipo A, pero en casa siempre ha querido relajarse y disfrutar. Ayúdala a disfrutar. Querrá asumir toda la responsabilidad, pero no la dejes. Dile que se relaje. Dile que se lo tome con calma. Ayúdala a disfrutar de la vida. No la clasifiques o le pongas límites de ningún tipo. Ella no es una etiqueta ni una burda simplificación. ¿Sabes quién es ella? Es la hija que todo padre querría tener y la madre que todo hijo querría. Aunque he estado en casa y he acumulado mucho crédito en la crianza de estos increíbles niños, no podría haber hecho nada sin ella. Y ella seguirá criándolos y ellos seguirán creciendo y se convertirán en adolescentes y adultos todavía más increíbles gracias a su madre.

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Y además es la mujer de mis sueños.